Todos abogan por sus intereses, hasta Dios

Es muy conocido y un hecho que tanto en los movimientos sindicales, políticos y ecológicos en su mayoría o al menos más del 90 por ciento de quienes participan, ni siquiera saben la causa de la marcha en avenidas o calles principales o el plantarse en las afueras de alguna presidencia municipal, despacho de gobernadores o cualquier institución gubernamental.

Son personas las que se aprovechan de sus líderes o quienes encabezan estas inconformidades “dizque” sociales que les ordenan que vayan a caminar o marchar ignorando los motivos y en su mayoría de las veces inventándoles una serie de mentiras para justificar la causa.

Este grupo de personas nunca saben realmente lo que hay detrás de éstos movimientos que hasta cierto punto solo es la búsqueda de reflectores para sus líderes para otro tipo de intenciones.

Un ejemplo de ello lo tenemos con la construcción del Centro Integral de Manejo de Residuos Integrales (CIMARI), en las afueras de la zona urbanizada y rural de la cabecera municipal de General Cepeda, Coahuila, cuya autorización por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente y la Comisión Nacional del Agua publicaron ante los medios periodísticos que cumplían con lo establecido por la normatividad ambiental en septiembre del 2015.

La cabecera municipal de General Cepeda tiene décadas que nadie se ha interesado en reactivar su economía y tan solo basta con echar un vistazo en las afueras de aquel municipio en donde cada vez se asemeja a un pueblo fantasma.

Las paredes de adobes de sus viviendas y construcciones públicas parecen caer de tan viejas, que ya no hay ni risas infantiles y las casas son deshabilitadas. El cielo eterno no expresa su llanto, la tierra seca se levanta con el viento y se pierde en la inmensidad del desierto. Piedra de Alumbre es su nombre, allá, en General Cepeda, Coahuila.

Los comercios apenas subsisten, la agricultura da para comer a unos cuantos y la industria se queda encerrada en la llana pregunta. ¿Cuál? Ya no es Piedras de Lumbre, es todo General Cepeda.

El decrecimiento de la población Cepedense de 18 mil habitantes en 1985 a 11 mil 682, a treinta y un años después, se convierte en una cruda estadística de su realidad.

Con una golpeada agricultura imposible de desarrollar en medio del desierto, cinco mil hectáreas no significan nada, con el comercio desmembrado y nula actividad industrial: ¿Qué le queda a General Cepeda?

El valor de éste municipio no está, pues, en ninguna de estas actividades; sin embargo, ello no implica que no lo pueda ser, a excepción de la agricultura ya que ésta depende de factores tan importantes como la existencia de agua, la que muy apenas 900 hectárea tiene de riego. Pero con una promoción industrial para la cual sí tiene capacidad se podría reactivar el comercio y el empleo.

Los esfuerzos de la reactivación económica de la actual administración estatal se han concentrado en la actividad industrial, pero no de esa cabecera municipal. Así han sido las noticias sobre enormes inversiones en Saltillo, Torreón, Monclova y algunos otros muy contados municipios pequeños como Parras y Ramos Arizpe.

¿Cuáles son los criterios para definir la instalación de una empresa en un lugar? ¿Qué acaso General Cepeda no reúne características para crecer? ¿Sus desventajas en la agricultura son un factor de estancamiento? ¿Por qué las autoridades estatales y municipales no han puesto los ojos en ese municipio más que para intentar extraer el agua tan escasa y llevarla a Saltillo?.

La única inversión importante que se ha anunciado para General Cepeda es la del Centro Integral de Manejo y Aprovechamiento de Residuos Industriales (CIMARIS) y no ha sido solamente cuestionada duramente sino también escenarios de temas políticos como fue objeto el ex candidato para la Presidencia de México en el 2012 por parte de Nueva Alianza, Gabriel Quadri de la Torre, pero cuando él estuvo en su calidad de director del Instituto Nacional de Ecología concedió permisos a una empresa norteamericana para establecer este tipo de confinamiento a algunos Estados de la república entre ellos el caso de General Cepeda y la instalación del centro de desechos tóxicos causando controversia y la indignación de la población.

Y ahora como tema de controversia y obviamente en contra de la casi ya terminada construcción de la nueva y por segunda ocasión el CIMARI, pero con la diferencia de la primera hace tres años atrás que también contaba con todos los permisos, sin embargo, por decisión propia de los dueños decidieron no llevarlo a cabo, pero ahora lo abandera solo para hacer ruido el Obispo de Coahuila, José Raúl Vera López.

¿Es acaso un municipio destinado a la emigración de sus habitantes como lo ha sido durante 31 años? ¿Es la naturaleza su verdugo? ¿Acaso es el desinterés e incapacidad de las autoridades locales para gestionar a las estatales y federales inversiones? Todo indica que solo sirve General Cepeda para generar ruido en donde ni siquiera la Iglesia le interesa en lugar de hacer alboroto ecologista, hacer una petición para generar trabajo o inversiones de detonadores de empleos.

El activo de General Cepeda es su gente y su trabajo. Sólo que este activo es cada vez menos, pues se va a otros lugares: Saltillo, Monterrey, Estados Unidos, etc. ¿Cuál es el futuro de General Cepeda?

Quizá las autoridades en su afán de fortalecer industrialmente al estado, han puesto los ojos, sólo en las ciudades más importantes, pero la miseria, la verdadera pobreza no lo es tanto en las colonias populares sino en el campo olvidado hasta por quienes predican la palabra de Dios como todo un ser supremo bondadoso que al final del día sus intereses nunca dan una solución para generar economía, sino tan solo para extender la mano para recibir limosna y su respectivo diezmo.

General Cepeda, Coahuila, tiene en su gente su potencial de crecer, la industria, le significaría una esperanza para los cientos que cada año deciden buscar su destino fuera de su tierra, donde buscan el sueño de vivir dignamente y donde, quizá, paradójicamente, la vida les sea arrebatada por los intereses particulares de autoridades y la misma Iglesia.

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