Radio y TV anticubanas: un escollo en las relaciones Cuba-EE.UU.

La Habana (PL) Cada día señales de radio y televisión provenientes del territorio de Estados Unidos intentan penetrar el espectro radioeléctrico de Cuba, una práctica mantenida por décadas que constituye un obstáculo en el proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales.
Esas transmisiones con fines subversivos y desestabilizadores comenzaron casi desde el mismo momento del triunfo de la Revolución, en 1959, recordó en una conversación con Prensa Latina el profesor de la enseñanza superior y especialista en medios de comunicación masiva Arnaldo Coro Antich.
El autor del libro «La Guerra Radial de Estados Unidos contra Cuba» mencionó entre los múltiples ejemplos las emisiones a través de Radio Swan (creada por la Agencia Central de Inteligencia CIA como parte del plan de invasión a Cuba en 1961), la Voz de las Américas (VOA), La Voz de Alfa 66, así como la llamada Voz del CID y la Radio Mambí que emiten en onda media desde Miami.
Pero, sin dudas, la agresión mediática tuvo su máxima expresión en la década de 1980, cuando el mandatario norteamericano, Ronald Reagan, firmó la orden de crear la Comisión Presidencial para la Radiodifusión en Cuba.
Es así como en 1983, luego de complejas discusiones, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado aprobó por 11 votos contra 5 la creación de la mal llamada Radio Martí, que comenzó sus transmisiones el 20 de mayo de 1985, bajo el amparo de la Ley de Radiotransmisiones hacia Cuba.
Cinco años más tarde, en marzo de 1990, se inició TV Martí con la puesta en marcha de un transmisor colocado a bordo de un aerostato a tres mil metros de altura en uno de los cayos de la Florida.
Según estimados, tanto la radio como la televisora han costado a los contribuyentes norteamericanos unos 770 millones de dólares en los últimos 30 años, a los cuales se sumarán otros 27 millones en 2015.
La instalación de ambas estaciones constituye una violación del espíritu y la letra del Convenio Internacional de Telecomunicaciones aprobado en Nairobi en 1982, que prohíbe las emisiones desde aeronaves hacia el territorio de otro país, sin su consentimiento.
«En el caso de la TV existe un reglamento anexo, el cual señala que las transmisiones de un país a otro no se pueden llevar a cabo, a menos que haya un acuerdo entre los Estados», explicó el académico.
Coro recordó que la televisora inició sus emisiones desde un globo y luego se utilizó un avión y esas señales afectaron, entre otras, la recepción del canal 13 de la Televisión cubana en Matanzas. «La gente allí no podía ver la pelota», afirmó.
El Convenio de Nairobi regula las radiocomunicaciones tanto a nivel nacional, como internacional, prohíbe las interferencias y establece el derecho de cada Estado a reglamentar sus telecomunicaciones
En su reciente discurso ante la III Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, efectuada en Costa Rica, el presidente cubano, Raúl Castro, advirtió que la normalización de las relaciones con Estados Unidos no será posible mientras exista el bloqueo, no se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo y no cesen las transmisiones radiales y televisivas violatorias de las normas internacionales.
Cuba y Estados Unidos debemos aprender el arte de la convivencia civilizada, basada en el respeto a las diferencias entre ambos gobiernos y en la cooperación en temas de interés común, que contribuya a la solución de los desafíos que enfrentan el hemisferio y el mundo, dijo Raúl.
Pero no se debe pretender que, para ello, Cuba tenga que renunciar a sus ideales de independencia y justicia social, ni claudicar en uno solo de nuestros principios, ni ceder un milímetro en la defensa de la soberanía nacional, añadió el presidente cubano.
Voces dentro del territorio norteamericano, como la congresista demócrata por Minnesota, Betty McCollum, también han abogado por el fin de las transmisiones radiales y televisivas hacia Cuba.
McCollum, quien presentó un anteproyecto de ley para eliminar el financiamiento de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB) que administra ambas estaciones, considera que éstas representan un método obsoleto en el nuevo contexto de las relaciones entre los dos países.
«Radio y TV Martí son artefactos anticuados de la guerra fría», opinó la congresista y añadió que los contribuyentes estadounidenses no deberían estar financiando radiodifusión propagandística.
Sin embargo, hasta ahora no hay señales de que Washington vaya a cambiar esta política.
Baste recordar que sólo desde el 17 de diciembre, cuando los presidentes de Cuba y Estados Unidos anunciaron el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, la OCB ha firmado contratos por un valor de casi un millón de dólares para sus transmisiones hacia la mayor de las Antillas.
El académico Arnaldo Coro considera que el proyecto de la
congresista demócrata tendrá muchas dificultades para avanzar en el Congreso porque en la actualidad sus dos cámaras están en manos de los Republicanos.
«Las discusiones comienzan en un comité, que determina si se eleva o no y en este caso es poco probable que pase del primer comité», aseguró el analista.
En fecha reciente, la secretaria de Estado Asistente para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, declaró que su gobierno no tiene intenciones de poner fin a esas emisiones.
Jacobson fue la funcionaria que presidió por la parte norteamericana las conversaciones efectuadas en La Habana los días 21 y 22 de enero para un futuro restablecimiento de las relaciones diplomáticas.
El gobierno cubano ha sido muy claro al señalar que la normalización de los vínculos sólo será posible cuando Estados Unidos cese por completo todas las políticas diseñadas contra su país, en la cual se incluyen las transmisiones de radio y televisión con fines subversivos.

*Editora jefa de Prensa Latina

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