Claudio Montaño

Papás de hoy… tururú, tururú

por Claudio Adrián Montaño Mier

“La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo.”

Paulo Freire

Odilón y María Efren vivían en una comunidad que tenía por nombre Xochitlán Todos Santos, enclavada en la mixteca poblana, la población en general se sostenía de la siembra de temporal, el pastoreo y la producción de carbón a partir del mezquite. Cuando los hijos llegaron se incorporaron a las actividades de la familia y también asistían a la escuela primaria. Sin embargo, al concluir la primaria las posibilidades se redujeron y como padres amorosos y responsables emigraron a la ciudad de Puebla para darles a sus hijos la mejor herencia que podian dejarles: valores y una educación.

Puedo hablar de sus hijos porque los conozco, son mis tíos y mi madre, todos tuvieron una profesión y antes de ello la mejor formación que cualquier padre puede ofrecer, el ejemplo.

Hoy en día justificamos a nuestros hijos diciendo que debido a la crisis económica hay que salir mas tiempo a buscar el sostén de la familia, compensamos nuestra ausencia con ropa de marca o con un celular superpoderoso. Cuando el maestro nos llama para expresar sus inquietudes en torno al aprovechamiento o comportamiento del estudiante, lo justificamos, lo defendemos, a veces solo hacemos como que escuchamos y otras recurrimos a los gritos y manoteos. Buscamos compensar dando “lo que no tuvimos de niños”, aunque les hagamos daño.

Odilón tuvo siete hijos, al llegar a Puebla el trabajo que consiguió fue de ayudante general en una fábrica textil. Cubría uno o dos turnos, había muchas necesidades y con todos en la escuela, a veces los gastos resultaban inesperados. Ahora que hago memoria, no tuve de niño un telefono celular, o tenis Nike, television a color o netflix y no siento que me hubieran hecho falta; pedía calaverita el día de muertos en una caja que preparaba desde una semana antes, hacía un hoyito en la tierra para jugar canicas, mi primer trompo de madera lo compré de uso, leía avidamente porque solo podía ver una hora de televisión a diariamente, mi papá trabajaba mucho y mi mamá también, no teniamos mucho, tampoco necesitabamos más. En ambos casos su presencia siempre era evidente, con el ejemplo, la palabra precisa, el regaño justo o el chanclazo emanado de mi mamá con la punteria de Guillermo Tell y sobre todo con la congruencia.

Los estudiantes de hoy no son muy diferentes a los militantes de la escuela secundaria hace 30 o 60 años. La unica diferencia es que el chanclazo ya es casi anticonstitucional, el regaño se vuelve un lamento y el ejemplo y la congruencia tienden a diluirse en las prisas cotidianas donde lo urgente es antes de lo importante.

Al hablar de educación generalmente lo acotamos al proceso que se da dentro de la escuela, con un maestro. La educación en un proceso que inicia 20 años antes de que el niño o niña nazca, es decir se inicia con el proceso con que los padres adquieren la formacion, desde que tienen consciencia.

La mayor parte de la educación que los niños y niñas reciben de sus padres se transmite de manera inconsciente. Desde que nos levantamos y nuestros hijos nos ven, estan aprendiendo: si me lavo los dientes, si recibo contento el dia, si me visto con propiedad, si grito, si desayuno, lo que digo, cómo me expreso de los demás, cómo trato a la gente, si doy las gracias, si ayudo a los demás. Todo esto es el curriculum oculto que nuestros hijos llevarán el resto de su vida.

Estoy seguro de que los papás y mamás de hoy pueden asumir su papel de educadores con la profunda consciencia de que todo lo que les den, y nada es material, permitirán a sus hijos tener una vida plena y feliz, pues es la felicidad en si el objeto de vivir.

“Todos los hombres que han influido en el curso de la humanidad fueron, sin excepción, capaces y eficaces porque estaban dispuestos a aceptar el destino.”

Pasaje de “Demian” Hermann Hesse

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3 thoughts on “Papás de hoy… tururú, tururú”

  • Muy bién explicado. El ejemplo de que querer es poder y no se necesitaban ni las mejores ropas, ni los más caros regalos. Para formar una familia felíz con hijos triunfadores, gracias al trabajo y la responsabilidad de dos seres humanos de campo. Que demostraron que el motor más importante es el amor, antes que lo material. Me siento honrada y me satisface el haber conocido a tan grandes personajes, de haber convivido con ellos, de platicar y saborear ese exquisito tesoro de sabiduria que compartían contando sus anécdotas y consejos para los que empezabamos a adentrarnos en el mundo de la crianza de hijos y de la responsabilidad de una casa.
    Muy buén texto porque nos resume que no todo es oro, ni plata. Sino lo más valioso es el amor y la unión familiar.
    GRACIAS, GRACIAS , GRACIAS. Por compartir.