Mientras compren, hay quien robe

Por Guillermo Robles Ramírez

Un trabajador que se había ausentado para darle mantenimiento a la puerta de acceso y video de vigilancia de un fraccionamiento a quien tuve oportunidad de entablar una plática, lo cuestioné de manera sarcástica si su ausencia se debía al exceso de trabajo, a lo que respondió, que no era así; sino que se había quedado sin vehículo porque falló y la cotización que le hicieron para repararlo era un poco mayor de 40 mil pesos, pero que ya lo había arreglado.

No me quise quedar intrigado de cómo le hizo para conseguir el dinero tan rápido, a lo que me respondió que había conseguido el medio motor y otras piezas en 17 mil pesos en un yonke en la ciudad de Monterrey.

Lo anterior me recordó que en la capital de Coahuila, en el año 2013, estando en ese entonces como alcalde del municipio de Saltillo, Jericó Abramo Masso; en un cabildeo se acordó la prohibición de uso de suelo para yonkes, casinos y “table dance”, clausurando un poco más de 60 yonkes que se encontraban en la capital de Coahuila. Aunque esta medida no fue bien vista en ese momento para los dueños de esos lugares donde se venden partes de vehículos, pero, por otro lado, una gran parte de la ciudadanía lo vio con buenos ojos porque son lugares de venta de autopartes de dudosa procedencia y sin poder acreditar su facturación.

Algo que solo fue cuestión de tiempo, ya que en la actualidad se multiplicó este tipo de negocios no solo en Saltillo, sino en muchas cabeceras municipales de Coahuila, y lo mismo sucede con el resto del país.

Hay infinidad de talleres mecánicos y de enderezado donde es común la compra de partes automotrices mal habidas, así como en esos lotes donde se venden partes motrices usadas. Se ha comprobado que en estos tipos de lugares han llegado acumular cientos de partes motrices con valores millonarias que casualmente provienen de robos de los furgones ferroviarios que trasladan a los Estados Unidos, así como de armadoras provenientes de nuestra Entidad.

Antiguamente, policías investigadores de los cuerpos de seguridad comúnmente visitaban esos negocios con bastante regularidad y siempre con positivos resultados. Aclaramos que no es el caso de todos, pero sí de la mayor parte de esos establecimientos por la facilidad que se presta en comprar y vender cosas robadas.

Sin embargo, con el tiempo se ha dejado de hacer este tipo de vigilancia u operativos, ya que ese tipo de visitas y decomisos eran fácil de ejecutar en un pasado, mientras que en la actualidad y conforme a la modificación de las leyes, se tiene que cumplir con una serie de requisitos que implica a su vez el presentar una serie de elementos a los jueces penales, u autoridades correspondientes tanto locales, como estatales para lograr obtener órdenes de visitas o de cateo.

En eso tienen mucha razón, pero no podemos tampoco negar que cuando se quieren hacer las cosas se hacen, porque tal es el caso de la problemática que representan para las plantas armadoras automotrices establecidas en Coahuila o, cualquier otro municipio del país, que, por culpa del desmantelamiento de piezas importantes de los vehículos trasladados a los Estados Unidos, pega en la economía formal, aunque solucione el problema para los que menos tienen.

Esta acción, opinan los que saben, que no solo se debería de retomar nuevamente, sino también se tiene que ampliar a los negocios que compran cosas usadas como empeños, montepíos, casas de empeño, o como se les llame, pues en esos lugares por la facilidad de la compra de los artículos, es donde se alienta el robo porque mientras haya quien compre cosas robadas, habrá quien las robe. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013, Presea Trayectoria Antonio Estrada Salazar 2018, finalista en Excelencia Periodística 2018 representando a México) www.intersip.org

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