Los retenes no son los culpables

En los últimos días se ha visto en los medios de comunicación la denuncia de cada vez la repetida receta de lo amante de lo ajeno en donde han visto una deficiencia de seguridad para poder robarles a los pasajeros sus pertenencias con una facilidad al igual como si le quitaran a un niño una paleta.

El caso más reciente el lunes pasado en donde los pasajeros con destino a Saltillo saliendo desde Guadalajara sufrieron la peor pesadilla de su vida cuando dos asaltantes armados hicieron de la suya a unos kilómetros antes a su arribo a esta capital de Coahuila.

Testigos aseguran que ambos asaltantes burlaron un retén del Ejército Mexicano haciendo pasar como pasajeros que están dormidos para evitar ser molestados para posteriormente cometer su atraco. Nueve denunciantes interpusieron su querella a la PGJE en Saltillo para recuperar sus pertenencias muy a pesar de ser amenazados por éstas ratas de dos patas de no hacerlo ya que contaban con sus credenciales de identificación conociendo la dirección de sus víctimas. Dentro de las declaraciones de los quejosos aseguran que uno de los asaltantes tenía un acento centroamericano. Mientras tanto autoridades ministeriales de Coahuila y Zacatecas están en coordinación para intentar resolver el caso.

Historias así se escuchan en todo el país en donde cada vez es más frecuente enterarse por medio de las noticias y ahora redes sociales ante la impotencia de la ciudanía por la incapacidad de las autoridades para frenar ésta ola de asaltos que se da desde unidades de transporte que viajan a destinos de zonas rurales, hasta aquellas urbanas.

La violencia, el crimen y el robo van en aumento en las carreteras federales y autopistas de cuota en nuestro país sin que nuestras autoridades hayan podido bajar el índice de los asaltos en carretera.

El problema de ello no es la falta de retenes federales o pertenecientes al Ejército Mexicano, sino a la carencia de medidas preventivas para evitar éste tipo de actos ilícitos en donde cada vez la presencia de la violencia va en aumento y al igual que aquellos pasajeros que arriesgan su vida para defenderse de ser despojados de sus pertenencias.

Las autoridades de cada entidad tienen la solución en sus manos sin tan solo se pusieran las pilas para erradicar éste problema desde su origen, es decir, las centrales de autobuses.

A nivel nacional existen muchas terminales de autobuses con una deficiencia total y carencia de protocolo de seguridad para el abordaje de los pasajeros a las unidades que viajan a diferentes destinos de la república mexicana.

Nada más por mencionar algo que se comparte en aquellas centrales de autobuses que cuentan con puertas detectores de armas siempre están desconectadas formando parte decorativa del inmueble.

Nunca se pide una identificación para la compra de un boleto a cualquier destino y mucho menos el registro debido de cargamento que tiene los pasajeros siendo éste un medio tan fácil para poder transportar de manera segura cualquier tipo de drogas. Lo mismo sucede con el equipaje de mano en donde se puede introducir fácilmente un arma.

No existe en ninguna parte de la república mexicana una central camionera que lleve las mismas normativas e instrumentación que hacen en los aeropuertos para realmente asegurar a los pasajeros y tampoco no hay nadie quien asegure una normativa para que éstos camiones no se paren fuera de las terminales a subir pasajeros que no compran un boleto dentro de la central camionera.

Por otra parte en dónde están los operativos del Instituto Nacional de Migración y Policía Federal contra migrantes ilegales de Centroamérica cada vez andan rondando libremente mendigando en cruceros o puntos estratégicos en donde existen reductores de velocidad despertando temor entre la ciudadanía.

De nada sirve que los dueños de éstas líneas de transporte inviertan tanto en sus unidades para que se vean bonitas, modernas y con muchas comodidades cuando la inseguridad y el terror existe dentro de sus unidades al momento de que abordan con una facilidad sus unidades por la falta de una normativa de seguridad que nada más existe en el papel porque en la práctica es otra cosa. Pero la mayor culpabilidad la tienen las autoridades por no exigir que se cumpla un protocolo de seguridad antes de subir y por otra parte la inexistencia de responsabilidad legal a los dueños de éstos transportes para asegurar la integridad de sus pasajeros. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

Deja un comentario