¡…GUERRA DE PAPEL…!

· La figura del policía ya no es vista con respeto en México, sino por lo contrario, es absorbida por esa inquietud de que todos están aterrorizados con sus “gorilas” que solo “piensan” en utilizar la macana para hacer “respetar el orden civil”, cuando los uniformados se han convertido en las bestias principales de esta capital, a vencer
· Tláhuac se ha convertido en un lugar de terror para sus habitantes, quienes ya no hallan qué hacer para tener un poco de tranquilidad

POR BLAS A. BUENDÍA blasalejo@gmail.com

La frase lapidaria “RATERO. TE AGARRAMOS. TE LINCHAMOS”, forma parte de ese corolario que la sociedad comienza a imponer sus autogobiernos o autodefensas urbanas en zonas marginales, ante la completa incapacidad de las desordenadas administraciones perredistas que han desfilado por la Ciudad de México, y que a 17 años de haber derrotado la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la capital de la República mexicana está peor como nunca antes.
La certeza de que existen zonas en que ni la policía llega a “vigilar” por temor de ser acribillada no solo por el crimen común u organizado, sino evitan el linchamiento que por el enardecimiento social muchas veces se registra de forma descomunal, la historia de Tláhuac evidencia todo malestar.
La figura del policía ya no es vista con respeto en México, sino por lo contrario, es absorbida por esa inquietud de que todos están aterrorizados con sus “gorilas” que solo “piensan” en utilizar la macana para hacer “respetar el orden civil”, cuando los uniformados se han convertido en las bestias principales de esta capital, a vencer.
Se pretende asumir el control de la seguridad en esa zona desde hace varios años, implementando mecanismos de autodefensa para proteger sus vidas y patrimonio ante la imparable ola delincuencial que tiene asfixiada y en psicosis a la sociedad.
La fuerza popular contra sus gendarmes se da a partir por la crisis económica que lamentablemente ha sido un detonante para la desestabilización interna de la nación, so pena que no hay “voluntad” por parte de sus gobernantes, hacer valer el Estado de Derecho que se ha desvanecido en las propias manos de los gobiernos tanto priistas, panistas o perredistas. Próximamente, morenistas.
Si bien es demoledora la sentencia popular, “RATERO. TE AGARRAMOS. TE LINCHAMOS”, vecinos de esa región localizada al suroriente de la Ciudad de México –teniendo armas blancas y de fuego-, se dicen estar ya cansados de que el territorio capitalino sea imperio de delincuentes, desde el preciso momento en que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) asumiera el poder de la capital, en 1997, los usos y costumbres de los capitalinos cambiaron drásticamente no para bien, para mal.
Desde entonces, la capital de la República ha sido refugio de miles de delincuentes, pero lo más inverosímil es que los Grupos Parlamentarios del PRD en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), en colusión con las autoridades administrativas, han actuado con una monstruosa opacidad, que la propia ciudadanía ya ve como enemigos principales a todo aquel ciudadano que se mete a la Academia de la Policía para convertirse en un servidor público, se refugie en un uniforme que paradójicamente comienza a entorpecer la dignidad de esa carrera, violentando lo más sagrado de los códigos de ética en detrimento del conglomerado social.
Afirman habitantes que ya son frecuentes los asaltos al transporte público en la carretera Tláhuac-Chalco; los robos a casas-habitación a plena luz del día y los intentos de secuestros. Los delincuentes se hacen pasar por elementos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, empleados de la Comisión Federal de Electricidad y otras dependencias, para cometer sus atracos.
El Jefe delegacional, Isaac López Alejo, sistemáticamente ignora los reclamos sociales de Tláhuac; dicen que las moscas se matan a periodicazos, pero ni pareciera que eso le importara porque el señor López ha incurrido en los fenómenos del cinismo.
A pesar que en el año 2004, en el pueblo de San Juan Ixtayopan, se registró uno de los peores linchamientos en la historia del país, contra tres elementos de la ex Policía Federal, el Jefe delegacional hace caso omiso de la aparición de los primeros grupos de autodefensa capitalina.
Y la acusación pública no se hace esperar. De acuerdo con testimonios de personas agraviadas, se advierte que Tláhuac se consolida como la delegación más insegura debido a la creciente ola de secuestros, extorsiones, robos, compra-venta de drogas y la proliferación de table dance, cantinas y bares que vienen operando en la clandestinidad, arropados en la impunidad y corrupción del Jefe delegacional, Isaac López Alejo.
Al respecto, Mariana Romo, representante vecinal de Tláhuac, afirma que el imperio de la delincuencia prevalece en esa zona de la Ciudad México desde hace muchos años. Además de ser una de las delegaciones más inseguras, Tláhuac se ha convertido en un lugar de terror para sus habitantes, quienes ya no hallan qué hacer para tener un poco de tranquilidad.
Sus pueblos, barrios y colonias, dicen sus moradores, se han convertido en cueva a lobos, a punto de la ingobernabilidad. Ante esta irritación social, se acordó crear Grupos de Autodefensa, para proteger a sus familias de la inseguridad.
Ante ello, los grupos de autodefensa de Tláhuac, ya buscan trabajar coordinadamente en Santa Cecilia, San Pedro, Chichilaula, Pedregal, Santa Catarina, La Conchita y Zapotitlán, toda vez que afirman la constitucionalidad de grupos de reacción inmediata. En esos suburbios se gesta el bloque duro de las autodefensas capitalinas, pues en la demarcación se registró uno de los peores linchamientos que hicieron renunciar al entonces Jefe de la Policía Metropolitana, Marcelo Ebrard.
En franco desafío al Programa Desarme Voluntario, por tú Familia, los vecinos organizados sentenciaron que ya tienen listas sus armas de fuego, machetes y cuchillos para someter a rateros que sean sorprendidos infraganti, ser linchados y quemados vivos.
Los habitantes inconformes, aseguraron que su movimiento busca crear una percepción clara de inseguridad en sus barrios y colonias, muy apegadas a la realidad, sin permitir su contaminación por algún partido político.