Geomalabarismos: El MetroBús como transporte callejero.

De lo que nunca debió haber sido y lo fue: El MetroBús como transporte callejero.
El monopolio del transporte citadino de superficie en el Distrito Federal lo tuvo hasta 1982 la alianza de camioneros, nefasto pulpo del crimen organizado de antaño. Carlos Hank, aquel pro-
tegido de Isidro Fabela que pasara por CEIMSA – embrión de la desaparecida CONASUPO – y llegara luego al gobierno del Distrito Federal, acabó con la alianza y, forzadamente, creó dos o tres empresas que, a la fecha, no se sabe si son privadas, públicas o cooperativas. Esas empresas fueron poco a poco arrinconadas en servicios periféricos y, en el 2005, el “gobierno” del D,F,, coludido con empresarios Españoles como “socios”, crean otra alianza, ésta vez, de politicastros locales y capitalistas Españoles. Nace impositivamente el monopolio camionero denominado MetroBus(MB), entronizado por el PRD, “ dueño” del espacio político de la ciudad desde el año 2000. ¿ Desde el punto de vista de su constitución jurídica, que clase de sociedad es el MB? Como su presencia anti-burocrática lo denota, parece una sociedad anónima de capital variable operando en régimen de concesión otorgada por el gobierno de la ciudad ¿ Sería mucha molestia para el gobierno publicar el texto del documento vehículo de la concesión? Lo que si sabemos es que cómo servicio nació muerto: lo atestigua su insuficiencia desde el primer día de operación. El “gobierno” sabía que el sistema era inadecuado y pequeñísimo para la densidad de población del D.F.. El gobierno sabía que creaba y avalaba una conformación monopólica, prohibida por la Constitución Federal y se asociaba con capitales privados, es decir, se convertía en juez y parte, en socio –subrepticio- de un monopolio ilegal, anticonstitucional e ilegítimo, succionando parte substancial de las ganancias “empresariales”. Se establece el monopolio y se le subsidia con un carril exclusivo, a expensas del espacio público, tanto de automovilistas como de peatones. Se trata de un sistema intrínsecamente peligroso, tanto para la integridad física personal como para los bolsillos del usuario potencial. El hacinamiento inhumano en vehículos de capacidad inadecuada y, la insuficiencia de unidades frente al volumen de la demanda, fenómenos que conocían de antemano autoridades y concesionarios, revela que su único interés era asegurar el lucro desmedido a costa de la seguridad del usuario, atrapado y atracado por sus propios “gobernantes”, convertidos en co-monopolizadores y depredadores, en enemigos existenciales del pueblo y de la ciudadanía.

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