EL RUIDO Y LAS NUECES.

Milton Friedman, ese economista tan polémico, en alguna ocasión, y de manera muy atinada, dijo: «ya sabe usted, una y otra vez en política las buenas intenciones se tuercen. Y se tuercen, porque se gasta dinero de otros».

Y sí, eso lo sabemos los mexicanos, porque todos hemos visto cómo las buenas intenciones de los gobernantes, se ven reducidas a un reparto oscuro, corrupto y selectivo del dinero.

Esta receta es la misma que nos han aplicado durante mucho tiempo, el detalle está en que el dinero que se reparte es, primordialmente, el que pagamos todos los mexicanos.

Tenemos un gobierno que no respeta nada, porque no sabe respetar, ni siquiera, su propia palabra.

Los que sí sabían gobernar, retomaron el poder, con una plataforma electoral repleta de promesas en las que han sido un rotundo fracaso.

Y lo han sido, porque el regreso del PRI, es el regreso de las viejas formas, de las viejas trampas y de las viejas mañas. En 12 años, el PRI no olvidó nada. En 12 años, el PRI no aprendió nada.

Las reformas, tan ambiciosas y tan necesarias, se ven diluidas en el océano de las conveniencias, los intereses y la corrupción.

La reforma electoral que recién se publicó este viernes, es una verdadera burla a los legítimos deseos democráticos de la sociedad mexicana.

Los espacios de participación que abrió la reforma constitucional, quedaron acotados en la legislación secundaria. Las candidaturas ciudadanas se convierten en una ficción constitucional, pues los requisitos legales impiden que sean una realidad.

Los legisladores federales, legislaron en atención a sus intereses e hicieron ordenamientos legales en beneficio de sus partidos. Legislaron en atención a los hechos, no para corregir las fallas, sino para ajustar el derecho a la medida de sus trampas.

Reinstauraron el prorrateo en la fiscalización de los gastos de campaña, preservando la absurda manera de contar el dinero, en la que, el dinero que gasta un candidato, resulta que lo gastó otro.

Toda la reforma político-electoral fue aprobada en menos de una semana y con aplastante y sospechosa mayoría. Quizá, como decía Walter Lippman, «donde todos piensan igual, nadie piensa mucho».

Y esto queda claro, pues reconocen los legisladores que les metieron un «gol» con la instauración de un «haber de retiro» en favor de los magistrados electorales.

La modificación a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación fue, al parecer, el claro «agradecimiento» de los partidos a los jueces electorales, con no muy claras intenciones, y sólo con la exhibición pública de la modificación legal, se hizo notar el abuso. Hubo senadores que así se enteraron de lo que habían votado.

En un afán de lavarse la cara, salieron legisladores, de todos los partidos, a protestar contra lo que ellos mismos aprobaron y prometieron que, una vez que el presidente la publicara, esa disposición la eliminarían.

Quizá una buena intención de los legisladores, pero se olvidan que con el simple hecho de promulgarse, los actuales magistrados del Tribunal Electoral adquirieron ese derecho y no se los quitarán ni aún modificando la ley, pues sería darle efecto retroactivo a la norma, y eso está prohibido en la Constitución.

Lo ideal era que, con voluntad política y espíritu republicano, el presidente Peña Nieto vetara el decreto, lo regresara al Congreso y entonces sí, que los legisladores corrijan su error. Teniendo un Congreso que ya demostró lo rápido que puede dictaminar y aprobar leyes, eso no hubiera llevado mucho tiempo.

Ahora, los magistrados tienen el derecho de que, aún cuando lo han rechazado, se les otorgue un haber de retiro, y lo ejercerán a su modo, en lo oscurito y sin hacer ruido.

Y es que la versión del «gol» a los legisladores, es increíble. La oposición en su conjunto, desde el día siguiente a la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, ha dado muestras de ser una oposición sometida.

En la búsqueda de sus beneficios y en atención a sus intereses, PAN y PRD se han evidenciado como cómplices de un gobierno que carece de rumbo. Son la perfecta muestra de que Mijaíl Bakunin tenía razón, cuando dijo que «ejercer el poder, corrompe; someterse al poder, degrada.»

Y mas degradante debe ser, el estar sometido a los que no saben ni qué hacer en donde están. Vergonzoso debe ser que hayan estampado su firma en el documento que creó el pacto por México, que sólo los hizo objeto de la codicia gubernamental.

En el documento del pacto, establecieron que crearían una “reforma hacendaria eficiente que sea palanca del desarrollo“.

Contrario a ello, se creó una reforma perversa, que dio mecanismos para perseguir al contribuyente cumplido y solapa la informalidad; se persigue al que paga, para darle, via programas asistenciales, dinero al que no paga.

Los efectos de la reforma hacendaria, estamos resintiendolos, a pesar de los datos que pretende manejar el gobierno.

La economía esta en un bache muy profundo, y no es solo por la crisis económica mundial.

Enrique Peña Nieto no es responsable de la tormenta, pero sí es responsable del timón. En momentos de crisis mundial, debe fortalecerse el mercado interno, y el gobierno tiene la llave a través del ejercicio del gasto público.

Los datos del INEGI son contundentes, la política económica del gobierno de la república, es bastante mala.

Se ha tenido que recortar la proyección del crecimiento a un mediocre (y muy poco probable) 2.7% del PIB para todo 2014.

En el primer trimestre del año, el crecimiento fue de apenas 0.28% y, a tasa anual y cifras desestacionalizadas, solo crecimos 0.64%.

Crecimiento que es poco, pero demuestra que los mexicanos podemos sacar adelante a este país, con el gobierno, sin el gobierno y, en este caso queda claro, a pesar del gobierno.

Y digo a pesar del gobierno, por que es evidente que este se sustenta en el falso discurso y la mentira velada. Nos han dicho hasta el cansancio que los efectos de la reforma hacendaria, solo se resintieron en el mes de enero, en el que se elevó notablemente la tasa de inflación. Esto es una mentira. La política fiscal que está aplicando el gobierno, tiene el fin de seguir secando la economía para controlar la inflación, pero… ¿y el crecimiento?

No cabe duda que nuestro gobierno, es el clásico neoliberal que lo único que le interesa es presentar al mundo indicadores estables. ¿Y la microeconomía?

El dato del PIB no es definitivo, el ajuste puede ser reajustado y mientras más maquillen el discurso mas estrepitosa será la caída.

Es hora de que se atienda a la posibilidad Keynesiana de crecer con inflación, para generar bienestar social que tanta falta hace en el país.

El gobierno debe de oir a quien tiene una opinión diferente, sin tratar de someterlo, ni de comprarlo, pues como decía Winston Churchill, “valor, es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar”.

Es un hecho que hasta ahora, las políticas del gobierno de Peña Nieto, son de mucho ruido y pocas nueces.

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