El cronómetro político italiano

La Habana (PL) El tiempo de la política italiana difiere del resto de Europa con casi un centenar de gobiernos en seis décadas de posguerra, de lo cual tampoco pareció escapar el año 2013, con comicios adelantados y dos crisis del ejecutivo.

Pero la mayoría de los acontecimientos giró en torno a un solo hombre: el magnate mediático Silvio Berlusconi, quien en su afán de mantener su inmunidad y estatus político fue capaz de proponer el derribo de gabinetes, sin mirar consecuencias.

Lejos quedaron atrás los tiempos en que la política y la economía italiana iban paralelas, casi sin cruzarse o al menos de forma bastante independiente.

De ello habla el hecho de que en 60 años Italia pasó a ser la tercera economía europea y una de las siete naciones más industrializadas del planeta, pese a los frecuentes cambios en la cúpula política.

Pero resulta que los tiempos de crisis se sienten más para los italianos, con más de un 15 por ciento de desempleo, una deuda pública equivalente al 120 por ciento de su Producto Interno Bruto y con una recesión de casi tres años.

En esas condiciones, cualquier carrera política pasa por la opinión en las urnas o, al menos, por propuestas que puedan interesar a la mayoría de las personas más afectadas por la crisis económica, sobre todo, en la zona euro.

Claro que eso estuvo lejos de perjudicar a Berlusconi, cuya fortuna creció a la par de sus avances en el Olimpo político nacional.

El año abrió con un compás de espera para la materialización oficial de la renuncia del entonces primer ministro Mario Monti, un excomisario europeo que en noviembre de 2011 había encabezado un ejecutivo de tecnócratas en sustitución de Berlusconi.

Para el funcionamiento del gabinete de Monti, éste debió asegurar el respaldo del Partido Pueblo de la Libertad (PDL), fundado por el multimillonario italiano, y de los democristianos de centro.

Sin embargo, tan pronto Berlusconi, quien ya había anunciado su salida de la política, sintió el olor a cortes de justicia y nuevos cargos en su contra, cambió de parecer y ya para finales de 2012 había amenazado con llamar al PDL a salir del gabinete.

Para enero de 2013, Monti presentó su renuncia al veterano presidente Giorgio Napolitano, quien le solicitó mantenerse al frente del ejecutivo hasta después de la celebración de elecciones adelantadas.

El Partido Democrático (PD), de tendencia de centroizquierda, era el mejor posicionado entonces en las encuestas, seguido por el irreverente Movimiento 5 Estrellas (M5S), del comediante Bepe Grillo.

Pero el cronómetro italiano tiene pocos amigos. En apenas un mes de campaña electoral y de apariciones de hasta seis veces al día de Berlusconi en diferentes medios, de los cuales domina el 90 por ciento, la balanza de la opinión de los electores cambió.

Claro, una gran parte de la masa de los contribuyentes italianos de ninguna forma podía olvidar que tanto el PD como el gobierno de Monti favorecieron la aplicación de medidas de ajuste que aumentaron la precariedad social.

A finales de 2012 y en el primer semestre de este año se registraron al menos dos paros generales, uno de ellos seguido por manifestaciones multitudinarias contra la política de ajuste del ejecutivo, sin importar sus cambios de color.

De esa forma, la centroderecha casi llegó a igualar al PD en las encuestas, mientras el M5S, con su programa de rechazo a partidos tradicionales y las medidas de austeridad, aunque con cierto tono liberal, logró avanzar en la preferencia popular.

Ello llevó a que los resultados de la consulta adelantada de finales de febrero de 2013 no beneficiaran a casi nadie.

Los seguidores del PD obtuvieron más de 32 por ciento de los votos, pero el complicado sistema electoral italiano solo les dio una mayoría en la Cámara de Diputados, pero no así en el Senado.

El M5S emergió como el partido bisagra más importante de los últimos tiempos, al capitalizar casi el 25 por ciento de los boletos depositados.

Al negarse a colaborar con otro partido para formar una coalición,el M5S echó por tierra las posibilidades de crear un gabinete en poco tiempo.

De esa forma, Enrico Letta, quien fue designado por el PD para negociar la formación del ejecutivo, fracasó en su intento de crear un equipo ministerial en solitario y debió tantear la posibilidad de una gran coalición histórica.

Así, después de casi dos meses de vacío de poder, Letta logró en abril un pacto con el PDL y la céntrica Opción Cívica de Monti para integrar una alianza en el poder de la que quedó fuera el M5S.

Pero con tales características y con Berlusconi expuesto a los avatares de los magistrados, la citada coalición tenía una muy débil consistencia.

Aunque el tres veces primer ministro italiano logró un puesto en el Senado y por tanto una nueva forma de contar con inmunidad, la justicia le jugó una mala pasada.

Después de evadir a los magistrados durante el periodo electoral entre enero y marzo de este año, el Tribunal de Casación confirmó la validez de una sentencia de cuatro años de cárcel por fraude fiscal contra Berlusconi, fijada desde octubre de 2012.

La condena fue rebajada a un año de acuerdo con la ley de amnistía de 2006, pero una comisión disciplinaria del Senado decidió que el magnate mediático podía ser sometido a la llamada ley Severino.

Puesta en práctica en tiempos del corto gobierno de Monti, la referida legislación prohíbe ocupar puestos en el Senado a quienes cuenten con una sentencia confirmada de más de dos años de privación de libertad.

Al conocerse tal posibilidad, Berlusconi insinuó que era imposible para el PDL formar parte de una coalición de Gobierno en la que uno de los partidos, en alusión al PD, estuviera de acuerdo con el procesamiento de unos de los líderes partidistas.

Tal y como sucedió con Monti en diciembre de 2012, la sola insinuación del multimillonario italiano puso en crisis al gabinete de Letta.

Sin embargo, quedó tan evidente que en ese caso el exprimer ministro buscaba defender intereses personales, que su posición creó una verdadera división dentro de las propias filas del PDL.

Ello también aumentó la confianza de Letta, quien exigió una moción de censura para su Gobierno y de esa forma conocer si estaba realmente en capacidad para dirigir una alianza gubernamental.

Varios días de forcejeo de Letta con Berlusconi desembocaron en una disputa pública entre Il Cavaliere y su delfín político Angelino Alfano, quien lo sustituyó en este año al frente del PDL, para convertirse en vicejefe de Gobierno y titular del Interior.

Contrario al llamado de Berlusconi, Alfano consideró necesario mantener al Gobierno y evitar que los intereses personales pudieran poner en peligro la estabilidad política y por ende económica del país.

Al verse derrotado a priori, en caso de realizarse un voto de confianza del gabinete, con más de 100 votos contrarios a su posición, el multimillonario italiano optó por llamar a sus partidarios a respaldar al ejecutivo de Letta.

Pero el hecho fue interpretado por muchos aquí como el final político del septuagenario magnate, quien todavía enfrenta la posibilidad de responder ante la justicia por otros procesos judiciales en su contra.

Una votación posterior en el Senado dejó fuera de ese órgano a Berlusconi en una decisión en la que unieron fuerza el PD y el M5S, con 165 votos, para quedar con mayoría en el plenario de 321 senadores.

Berlusconi quedó vetado para participar en campañas electorales de Italia o Europa en los próximos seis años, por lo que solo podría volver a la política con 83 años. Sin embargo, promete dar batalla desde afuera con su emporio mediático.

A última hora, el multimillonario italiano resucitó el movimiento Forza Italia, con el cual entró en la política en 1994, y anunció su paso oficial a la oposición.

Pero la suerte estaba echada, pues el Gobierno ya contaba con una nueva mayoría en la cámara alta que le permitió con facilidad la aprobación de la ley de presupuestos generales y dejar abierto el camino para expulsar a Berlusconi.

Gran parte de los politólogos da por terminada la carrera política del magnate mediático, cuyo estilo desafiante y llenó de escándalos dominó el país en las últimas dos décadas. Como él mismo lo recuerda, fue sometido a 57 procesos judiciales.

Claro, en todos ellos contó con algún tipo de inmunidad, una condición que ahora desaparece y abre la posibilidad a otros juicios por incitación a la prostitución infantil, abuso de poder y pago de soborno a un senador para echar abajo un Gobierno, en 2006.

En el futuro, Letta, quien llegó al poder con severas críticas a las políticas austeras aplicadas por Monti, deberá asumir la aplicación de las mismas, pues constituyen parte de la receta obligatoria exigida por acreedores internacionales.

Monti declaró en su momento que las medidas de austeridad, incluida la reducción de salarios, pensiones y número de funcionarios públicos, eran necesarias para evitar que el país solicitara un rescate financiero.

Sin embargo, 2013 todavía puede concluir con otras sorpresas, pues un mes en Italia puede ser un año de política en cualquiera otra nación. El cronómetro de la península no deja de trabajar.

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