Educar en valores

Por Arom Leamsi

La sociedad política como la que hemos construido hasta el día de hoy, empieza a exigir entre las muchas y diversas demandas, un sistema educativo que proporcione a los alumnos de los niveles básicos de educación pública, de hábitos de lectura entendida en sentido amplio, que ofrezca a los ciudadanos estrategias de acceso a la información, que les faciliten la autoformación permanente, pero sobre todo, la necesidad de educar en valores.

La teoría de los valores ha tenido un notable surgimiento en amplios sectores sociales, públicos y privados, en los últimos sexenios. La “educación en valores” se ha convertido en el objetivo primordial (algo así como la consecución de un objetivo ético) que inspiró las reformas educativas de los gobiernos de los tres últimos sexenios, sin que hasta ahora se vean los resultados de esa “educación en valores” promovidas por estos gobiernos.

Al parecer, la solución de esta tarea podría estar en dos hechos psicológicos. En primer lugar, tener presente que para “educar en valores”, la enseñanza debería tener como base los intereses que ya tienen nuestros jóvenes, y esto no se refiere ni directa ni necesariamente a las materias que se enseñan. Esto, sin embargo, no soluciona todo el problema. Es necesario, además, despertar nuevos intereses hacia aquello que se estudia, hacia los valores que se quieren enseñar.

Cuando hay motivación real, esta se puede considerar de un valor completo, pero hay que crear estas motivaciones de una manera activa. Los intereses hacia el estudio aparecen si se desarrollan los motivos en torno a lo que se estudia, y estos deben ser amplios y de viva significación para los jóvenes mexicanos. Entre los intereses hay que distinguir los transitorios y pasajeros, que surgen durante el proceso educativo y que se agotan cuando se termina la tarea que se realiza.

El primer impulso es la voz de la naturaleza, el segundo, la voz de la sociedad.
 Honoré De Balzac.

Para el hombre que vive en una sociedad política, el intercambio de ideas y pensamientos es una necesidad vital constante en su vida social. El intercambio de experiencias, sentimientos, pensamientos, etc., aseguran la acción conjunta en la producción de valores materiales, sociales, morales, éticos, espirituales, etc., en la lucha con las fuerzas de la naturaleza y, de una u otra manera, regula toda la actividad en la vida social.

Todo lo que las personas humanas han creado en su sociedad para la conservación y acrecentamiento de la humanidad, como ya hemos visto en otros opúsculos, le llamamos Cultura, a los fines de la cultura, valores y a sus logros, bienes culturales. ¿Por qué la producción cultural sigue incrementándose constantemente sin agotarse? Parece ser que al considerar aquellas creaciones que nos han beneficiado, nos convencemos que ellas son algo bueno para la humanidad y, por lo tanto, nos conviene prolongar en valor.

Todo aquello que nos beneficia como humanidad ha recibido el nombre de Bienes culturales y para la mayoría de los sistemas filosóficos estos se consideran impregnados de valor y dignidad para los hombres de todos los tiempos. Distinguir el valor esencial entre los bienes propiamente dichos de aquellos que se tratan de alcanzar o realizar, los llamados ideales, es la tarea de la Filosofía Moral.  

Los valores a fin de cuentas son un reflejo del estado de armonía de una sociedad, ellos regulan la actividad práctica de los hombres. En lo relativo a la persona humana, los valores constituyen el objeto de su interés, y en lo concerniente a su conciencia, son una brújula que le orienta en su actividad material y social y sus determinaciones espirituales.

Además de los valores materiales, económicos y estéticos, existen valores morales, jurídicos, políticos, culturales e históricos. Las obras de las personas y los fenómenos sociales pueden constituir un bien moral o un mal (valores morales), pueden ser objeto de aprobación o de condena. Con el fin de orientar y regular la conducta de las personas, la sociedad crea todo un sistema de representaciones morales (ideales, principios).

Ciencia, Arte y Moral, impulsores potentes del ser humano. Al considerar los avances y progresos de las ciencias, se percibe que estas buscan el valor “verdad”, algo que también promueven todas las instituciones y de manera particular nuestra “conciencia”. Cuando esta se dirige al conocimiento, se le llama pensamiento y sus territorios son las ciencias. Si se plantea un problema de la conducta se llama voluntad y su territorio es la moral, si se dirige a las experiencias no sensibles, se llama sentimiento y su territorio es el arte.  El valor que persiguen las ciencias, la moral y el arte son: la verdad, el bien y la belleza. Promover estos tres grandes impulsores de los valores humanos fundamentales, deberían ser los que se promuevan desde las instituciones públicas de educación, si realmente queremos que nuestros jóvenes estén educados en valores.

Deja un comentario