Desafío: Luchas Pírricas

*Luchas Pírricas
*Decepcionantes
Por Rafael Loret de Mola


La profesora, ésta sí de verdad, Delfina Gómez Álvarez, aunque no lo declare, debe haber sentido vergüenza del inmovilismo poselectoral de su partido, MORENA, luego del atraco que sufrió en el Estado de México a manos de los órganos electorales estatales y del gobierno federal mismo, empeñados en imponer al nuevo usurpador por antonomasia, el junior Alfredito del Mazo Mazo en 2017. Luego vino la negociación y en paz; desde entonces ni siquiera llaman a Del Mazo usurpador cómo si ocurrió con calderón en 2006. Y me revuelve el estómago la pasividad del millón ochocientos mil mexiquenses, cuando menos, cansados, dicen, del prolongado proceso posterior al escandaloso fraude comicial.

No es que Delfina caminara con su protesta a cuestas a manera de crucifijo –ni en la Basílica le dejaron pernoctar en un inmenso acto de simulación política y social-, sino que la población olvida y asimila las afrentas a la misma velocidad con la que los ladrones de la voluntad popular dan forma a las peores estrategias destinadas a violentarla, cada día, con mayor cinismo y más sofisticados ardides. ¿Quién iba a pensar que Andrés se mostrara tan débil arguyendo el imperativo de superar el estigma de violento endilgado por el propio establishment que estuvo dispuesto, de nuevo, a arrebatarle cada sufragio a su favor, como en 2006 y 2012? Si no pudieron fue porque el alud popular le cayó encima a peña.

¿Le habrá aconsejado el pillastre Bartlett, el mal nacido, que esperara para ver si puede alterar el sistema de cómputo como lo hizo en 1988 sirviendo al PRI, a Salinas y a su entonces jefe Miguel de la Madrid? Por fortuna, no hubo necesidad.

Mientras tanto, son los hijos de Andrés, José Ramón –llamado así para recordar al hermano que cayó baleado por el propio líder morenista-, y Andy, el seductor que lleva en sus espuertas a dos damas de la modernidad morenista, quienes salieron al paso para mostrarse cercanos a Delfina, uno, o sirvieron para medir o tranquilizar, el otro, a Claudia Sheinbaum, en la Ciudad de México. Apoyaron de esta manera, alegan, las justas vacaciones de su padre, hace dos años, quien, como es evidente, ha debido reducir su agenda por recomendación de sus cardiólogos, preocupados por las cardiopatías del icono. Está bien de salud, según él mismo, y no va a reelegirse: compromiso firmado.

Total: los mexicanos somos amnésicos y olvidamos pronto.

La Anécdota

Me costó trabajo parar de reír cuando al final de su período el señor Peña conminó al ejército a no acatar órdenes cuando éstas impliquen un delito. ¿Quién va a juzgarlos? ¿Los mismos que emiten esas instrucciones represoras contra civiles desarmados y pueblos enteros convertidos en botines alevoso? Es grotesco.

Cuando los militares, la soldadesca en su conjunto, entienda cuáles son sus lealtades primigenias, con el pueblo y su soberanía, no habrá lugar para los gobiernos corruptores ni para los abusadores convertidos en líderes por efecto de compadrazgos y complicidades. Lo saben bien, pero no se atreven a actuar como tampoco pararán cuando les ordenen reprimir y caer así en el peor de los escenarios jurídicos: los genocidios. Tlatlaya, Iguala, Tanhuato, Apatzingán, Allende, son sólo unos pocos casos que ejemplifican el brutal deterioro nacional.

¡Cuántos farsantes! ¡Qué pocos los mexicanos patriotas! Y no están en la 4T.


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