Desafío

Desafío: Longaniza y Riqueza

  • Longaniza y Riqueza
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    Por Rafael Loret de Mola

Dice el presidente que no come longaniza pero, en cambio, se retrata almorzando pozole y otras delicias mexicanas muy de las regiones menos favorecidas. Algunos críticos le han cuestionado, un tanto sorprendidos, que utilice un comedor de caoba bajo el techo virreinal del Palacio Nacional para comer “fritangas” o caldos de diferentes procedencias. Yo no. Creo que nadie puede imponerle a otro sus alimentos, ni siquiera cuando se es invitado, y en todo caso la gastronomía mexicana es tan sabrosa y nutritiva como los supuestos platillos sofisticados de Europa o las comidas “de autor” que ponen todo en la cuenta y nada en los platos.

De los gustos del mandatario responde él, salvo que sea caníbal lo que algunos quisieran para denostarlo sin fijarse en aquellos asuntos de extrema gravedad, como la falta de respeto a la libre expresión, cuyo desfogue puede llevar al pantano de la autocracia en el cual las voces se asfixian con el lodo de la prevaricación y la sumisión. Tenemos precedentes en nuestra historia deleznables al respecto: Iturbide, Santa Anna, Maximiliano y Porfirio Díaz. Largos años de esclavitud mental y física.

Habrá que revisar bien las compras para la despensa presidencial y resolver si, de verdad, se trata de pedidos insólitos del pasado –es decir de Peña- o descuidadas peticiones de quienes manejan los alimentos de López Obrador y su equipo de trabajo. Para nadie es un secreto que, cuando viaja, adquiere treinta y cinco espacios en los aviones muy bien distribuidos para evitar que los demás pasajeros –por cierto muy seleccionados-, adviertan sus nexos con él; y ello nos evita sorprendernos por los kilos de longaniza y chorizo adquiridos para tanto personal incluyendo, claro, los guardianes camuflados, mujeres y hombres, quienes no pueden evitar el anonimato en algunas ocasiones.

En su viaje a Washington hace un año ya más parecía un rehén que un presidente, sobre todo al descender en Atlanta siguiendo a una majadera policía con pistola al cinto que también trató con descortesía descomunal a los miembros del gabinete. Dijo la tipeja esa que desde ese momento estaba bajo custodia de las autoridades estadounidenses… para protegerlo; tanto que debió usar las limusinas clásicas que transportan a los mandatarios en la capital de USA. Ni modo, no creo que allí pudiera comerse una hamburguesa.

Lo inadmisible, en todo caso, es que con tantas disposiciones culinarias acepte sentarse a la mesa de quienes integraban la “mafia del poder”, desde Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Gómez –de quien contaré su historia muy pronto-, Carlos Hank González, Miguel Alemán Magnani, Francisco González, Patricia Armendáriz, Olegario Vázquez Aldir y otros; el nefasto Germán Larrea Mota-Velasco fue invitado pero al final no llegó a la cita. Puros miembros de la otrora “mafia del poder”. ¿Quiénes son los de la nueva?

En esta circunstancia sería notable y plausible que el señor López Obrador nos explicara la mutación en la cúpula y señalara una nueva lista de quiénes integran la moderna “mafia del poder” que, desde luego, no encabezan Emilio Lozoya Austin ni Rosario Robles Berlanga ni Genaro García Luna ni el ex góber precioso de Puebla.

De otra manera vamos ir todos a salto de mata y conminados a pedir disculpas a tutiplén cuando así lo disponga el mandatario a quien ya se acusa de imperialista, monárquico y autócrata por estos desplantes irrazonables. Hasta en Washington.

El péndulo no deja de moverse. Ahora a una rapidez mayor a la de la tierra.

La Anécdota

He contado que, en varias ocasiones, el actual presidente, cuando era verdaderamente humilde, y yo consumimos buenas tandas de tamales yucatecos, los mejores de este mundo aunque se quejen los oaxaqueños. Una de esas mañanas -siempre ha despertado temprano-, le pregunté sobre cuál es su plato favorito:

–El pavo de monte –me respondió-, pero cada vez hay menos.

Pues deberíamos los periodistas, en vez de las disculpas solicitadas, ofrecerle una comida con estos animalitos como protagonistas del banquete. Sería una manera de intentar que volviera a sus orígenes… aunque se extinguiera la especie. Al cabo que los devorará el presidente que se pretende infalible.


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