Rafael Loret de Mola

Desafío: Eterna Consulta

*Eterna Consulta
*“Puño de Hierro”
Por Rafael Loret de Mola


Demos un breve repaso a los funcionarios que forman el gabinete del presidente López Obrador considerando que dentro de dos días, el domingo 3i, se cumplirán dieciocho meses, un año y medio, de su administración y un mes después, el miércoles primero de julio, dos años exactos desde su apoteósica victoria electoral que, por su contundencia, lo llevó presuroso al Palacio Nacional, el día tres del mismo es de 2018, en una suerte de toma de posesión adelantada bajo los auspicios del ratoncito Peña que se hizo chiquito, chiquito, y le permitió hacer y deshacer al victorioso candidato quien comenzó a ejercer el poder, de facto, desde ese momento… con todo y el departamento diseñado por Calderón dentro de la sede del poder Ejecutivo.

Tuvo López Obrador tiempo suficiente para ordenar sus ideas y comenzar a preparar sus reformas de cara al primero de septiembre de 2018 cuando el Congreso modificó su perfil con una abrumadora mayoría de morenistas y una oposición desfondada; no había razón para esperar más porque los legisladores tenían pleno derecho a hacer suyas las iniciativas principales, entre ellas la de reformar el tema de las consultas para darles un mayor sentido legal y las encaminadas a corregir las reforma peñistas que casi destruyen al país. Y no lo hicieron; optaron por la paciencia hasta la toma de posesión presidencial: cinco meses, desde la euforia de julio, tirados a la basura.

Ahora, el mandatario mexicano se contradice, de la A a la Z, considerando que debemos “ver hacia adelante” y de cara a la “nueva normalidad”, además de que si queremos ver más allá de las máscaras ha tirado al basurero todas sus aireados clamores en contra de la corrupción y por encima del daño que causaron sus predecesores a esta nación atenaceada sus yerros, peroratas y evasivas marcan una línea de palpable falacia a través de las permanentes contradicciones en las estadísticas –por ejemplo las del desempleo, migración y ahora la maldita pandemia-, con largas explicaciones “mañaneras” que entusiasman a sus partidarios, por ignorantes bajo la hipnosis de la suprema voluntad, y dejan perplejos a quienes no lo son.

Pese a lo anterior, Andrés destruyó su alta evaluación; hace un año quienes le avalaban eran el 64 por ciento, apenas siete puntos detrás del primer lugar en la materia, el nuevo presidente de El Salvador, Nayib Bukele Ortez, quien estuvo de visita en Chiapas hace unos días y fue accidentalmente golpeado por López Obrador. De este incidente casi chusco surgió la sentencia del salvadoreño-libanés: “El presidente de México gobierna con puño de hierro”. Una frase que, pese a los elogios vertidos por el jefe de Estado visitante, compromete, así sea a manera de broma, el sentido democrático del mandatario mexicano. Hoy apenas si alcanza un poco más del 40 por ciento de la aprobación ciudadana.

Paralelamente, la secretaria de Gobernación -¿lo es en serio o de facto?-, al tiempo que sendos presidentes oteaban posibilidades para frenar las marchas migratorias, se permitió decir que México no es un país de tránsito sino de asilo para los refugiados. Una abierta invitación a que lleguen de todas parte en busca de lo ofrecido mientras cinco millones ochocientos mil mexicanos son “ilegales” en USA si bien de ellos depende la primera fuente de ingresos, las remesas, que amortiguan el rencor interior por las desigualdades extremas.

La paradoja es y será insostenible por mucho que caiga bien a quien el propio presidente salvadoreño llamó “cabecita de algodón”. Como la “curva aplanada” del coronavirus.

La Anécdota

No hubo disculpa alguna sino sólo el registro humorístico pero “el puño y hierro” de Andrés Manuel López Obrador hizo tambalear a un mal parado presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien se lo tomó a relajo aunque se llevara la mano hacia la quijada dolorida. Los dos se rieron sin demasiados histrionismos.

Por allí preguntaron, al anunciarse una posible reunión entre López Obrador y el miserable señor Trump, cuál habría sido la reacción de éste en caso de un puñetazo a su rostro a causa de un buen golpe, descuidado claro, del mexicano súper evaluado. ¿Lo hubiese agarrado a mordiscos al estilo de Luis Suárez? ¿O acusaría a México de haber volado un dron, como hicieron los iraníes, con uno de esos Globos de Camboya tan festivos como la Navidad en los pueblos sin recursos? La peor de las expectativas se nos viene encima.


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