Rafael Loret de Mola

Desafío: Archivo de Olvidos

*Archivo de Olvidos
*Madre…pero Poca
Por Rafael Loret de Mola

¿Cuántos meses van y cuántos quedan si se cumple el período presidencial como está previsto? Recuérdese que Andrés Manuel fue electo para ejercer la Presidencia durante cinco años y diez meses, esto es desde diciembre de 2018 hasta el último día de septiembre de 2024, lo que muy pocos percibieron al momento de sufragar. De este tijeretazo institucional podemos sumar y restar: el período acortado –para evitar una larga transición entre una administración a otra-, será de trescientas cuatro semanas de las cuales ya se consumieron setenta restando doscientas treinta y cuatro, esto el considerando el lapso de un año, cuatro meses y medio transcurrido. Día por día y vamos contando.

Conocí a un gobernador yucateco quien, para evitar perder el piso, anotaba en su agenda personal el número de días que transcurrían de su mandato y también, lo que para él era muy importante, los que faltaban para el final con la idea de evitar así dejare cargas necesarias a su sucesor sin caer en la necedad de la perpetuidad que asfixia a los hombres del poder hasta hacerlos creer invulnerables hasta al tiempo.

Algo por el estilo le sucede a Andrés, en cuanto a la percepción del lapso improrrogable de su período, quien parece tener el mal pensamiento de gobernar para siempre, a menos, claro, que tenga información médica oculta sobre sus limitaciones físicas y el desapego a los diagnósticos de sus doctores de cabecera, uno de ellos, el cardiólogo, no se separa nunca de su residencia, sea en Palacio o en Tlalpan si bien antes vivió en Copilco –un departamento del que no se da noticia- y su despacho.

Quizá tiene la certidumbre de que le dejarán vivir en Palacio Nacional, aunque ya no sea presidente, al estilo del Borbón abdicado de España. Es una mala idea que se cruzó por mi enfebrecida mente; recuerden que la cuarentena por partida doble, ya llevamos mucho más de cuarenta días en confinamiento, afecta las neuronas cerebrales; eso han dicho los españoles que se adelantaron al fin de la pandemias como si tal cosa no significara el riesgo de una recaída general. Dios no lo quiera.

El caso es que el maldito Coronavirus o SARS-2 COV, ya antes se llamó COVID-19 –mi hijita me dice que ya no quiere escuchar ninguno de estos términos porque los odia y no tengo sino que darle la razón-, no le vino como anillo al dedo a Andrés Manuel, el peje que sí es lagarto, pejelagarto con las escamas en pico, sino que ahora habla de cuanto nos vendrá: una economía débil y dislocada. ¿Pues no que se había “domado” a la epidemia? Estas dobles lecturas son pruebas irrefutables de las mentiras desde el pináculo del poder. El presidente nos ha mentido sin duda de ningún género.

También nos mintió cuando aseguró, como uno de los basamentos de su guerra contra la corrupción, que llevaría adelante una consulta para resolver si llevaba o no a proceso a cinco de los seis ex presidentes vivos –con excepción de la momia de echeverría-, y luego nos tocó una flauta con su tabasqueña nariz. Ahora es descarado además al responder, a las acusaciones sobre los negocitos millonarios del hijo de Bartlett –como decir hijo de…-, con el IMSS de Hidalgo comprando abanicos a un millón 550 mil pesos cada uno –fueron veinte-, con un nuevo contrato para Cyber Robótics, su empresa, ahora con una transacción con el ISSSTE.

¡Vivan la demagogia y la corrupción!

La Anécdota

Cada que pasa el día de las madres me llega el recuerdo de un político veracruzano, poco querido por su aspecto de rufián, quien llevó a su madre, muy baja de estatura, a uno de sus eventos.

Y no faltó la voz áspera que gritó en el lenguaje coloquial de esta entrañable región de la patria:

–Oye, gobernador, ¡no tienes madre!

El aludido, sin conmoverse, y viendo hacia su madre, espetó enseguida:

–¡Miren! Si tengo… pero muy poca.

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