Desafío

*Cicatrices Infectadas

 

*La Salud, lo más Caro

 

*Altruistas, ¡Cuidado!

 

Es imposible arrojar de nuestra memoria cuanto nos ha pasado a través de los años; más cuando, como periodista que no se queda con los brazos cruzados ni se acomoda en las poltronas del poder, tenemos la obligación de llevar registro puntual de los hechos dolorosos cuyas cicatrices en vez de cerrar las heridas sólo las infectan. Por ejemplo, los tremendos rastros de las obras construidas en “solidaridad” por la administración de carlos salinas –minúsculas por usurpador-, y concesionadas a empresas españolas que se robaron cuanto pudieron, incluyendo las vidas de muchos mexicanos: como cuando se dio la “invasión” y avasallamiento de los pueblos de Mesoamérica –que no la conquista de México, nación que surgió como un clamor contra las diferencias de clases y la ocupación bárbara de quienes, a principios del siglo XX, acabaron con un alto porcentaje de la población mundial a causa de la “influenza española” por sus malos hábitos de higiene-.

Los golpes de la naturaleza no pueden seguir siendo un justificante para que los mandatarios en turno se arremanguen las camisas, saquen sus botas y pongan cara de circunstancias retratándose al lado de mujeres y hombres cuya miseria les hace “mejorar” con las tragedias. Alguna vez, luego de un huracán en el sureste, el director de un cotidiano peninsular, Carlos Menéndez Navarrete, llegó a decirme:

–Mejor para ellos (los damnificados) porque si antes tenían una laminita para cubrirse ahora ya les dieron tres…

Y con este criterio las cosas quedan igual; se levantan los postes caídos en los mismos sitios, las carreteras tienen su “manita de gato” pero sin que se disminuyan los peajes, salvo por unos días por pura vergüenza, y los seres humanos, siempre sacrificados, son colocados sobre los mismos lodosos emplazamientos o en las faldas de los volcanes que amenazan con estremecerse. Desde luego, acaso esperan que tras una inundación o un terremoto, el paternalismo les dote de unas cuantas piedras de adobe más en vez de resolver la situación de la nunca manera posible: construyendo con solidez, luego de derruir los cimientos podridos como debiera hacerse con el sistema político mexicano. Y no dejar a la fuerza de la naturaleza la responsabilidad por la sostenida negligencia pública. En Acapulco, como en Cancún en 2005, simplemente el mar se tomó sus terrenos porque, por ejemplo, en Punta Diamante, tan cotizada, se les habían arrebatado para trazar playas artificiales vendidas a precios de oro; y no fueron pocos los políticos, desde López Portillo hasta Fernández de Cevallos que aprovecharon la “oportunidad”.

La diferencia estriba en que las residencias de los multimillonarios soportan bastante más que las covachas de sus servidores eternos, de sus esclavos domésticos acostumbrados para quienes la vida es depender de los humores de sus patrones quienes les exigen mucho más de l humanamente posible. ¿O jamás se han asomado hacia dentro de este mundo en donde se exaltan los dominios personales sobre otros seres humanos dejados en la inopia, tantas veces por mero capricho de las niñas de la “socialité”? Son, para colmo, reas permanentes de sospechas, como lo son igualmente los varones atenaceados y convertidos en mozos, todavía hoy, pasada la primera década del siglo XXI. ¿Lo ignoran las autoridades, los clérigos que predican la igualdad para sentarse a la mesa de los explotadores y nunca en la de los sumisos, y las tantas organizaciones altruistas que aprenden una máxima: a través de la caridad, pueden “lavar” dineros o deducir impuestos. Lo demás, sobra.

A cambio de ello, el presidente Enrique Peña Nieto -¿será por el apellido que se desgajen los cerros?; juro que no era mi intención cuando escribí “Despeñadero”-, prometió a las “familias afectadas” la condonación de impuestos. Menos mal porque sería terrible cobrar los mismos tributos sobre residencias colapsadas o inundadas hasta el reblandecimiento de sus pilares. Igual que cuando se cobran tarifas por circular a través de autopistas en las que brilla, por su ausencia, la seguridad o no tienen el adecuado mantenimiento nocturno –el diurno es una barbaridad porque atrofia la circulación en las horas llamadas “pico”-, o tienen tramos en construcción concesionados, por lo general, a empresas como la española Tribasa.

Fíjense: no hace mucho comentamos, en este mismo espacio, que cuando cayó el Lear Jet que conducía a Juan Camilo Mouriño de San Luis a la ciudad de México el 4 de noviembre de 2008, el entonces secretario de Gobernación gestionaba la adquisición de Repsol, la empresa hispana dl petróleo, cuyas acciones se vinieron abajo al interrumpirse el procedimiento de adquisición con la muerte del personaje citado. Días después, el señor calderón –minúsculas-, en Londres, se reunió con altos ejecutivos de la empresa estadounidense Shell y acordó con ellos el fin de las operaciones con Repsol. No obstante, no fue así. En 2011, tres años después, el gobierno calderonista, motivado por las generosas igualas españolas, adquirió 57 millones 204 mil 240 acciones cuyo valor en mercado era, en ese momento, de veinte mil setecientos ochenta y tres pesos –La Jornada, martes 24 de septiembre de 2013-. El hecho notable es que contar con el nueve y medio por ciento de las acciones de esta compañía, PEMEX ha perdido ¡10 mil 124 millones de pesos hasta el primer semestre de este convulso año! Esto es, de hecho una cifra equiparable a la mitad de su inversión inicial en tan solo dos años. Esta es una de las herencias magras de calderón.

No se trata, por tanto, de una mera postura mesiánica contra la reforma energética lo que está en juego aunque, insisto, una causa abanderada por quienes no tienen autoridad moral se hunde más temprano que tarde; se trata d un enorme fraude, continuado, contra la nación a causa de la ligereza de miras y los compromisos soterrados con el Reino de España en donde, claro, se debaten entre una administración presidencial corrupta, la encabezada por el franquista Mariano Rajoy Brey, y la necedad del zángano Borbón, Juan Carlos, por no abdicar a favor del bolsón de su hijito, Felipe, como única salida posible para una monarquía que se cae a pedazos en un mundo en donde ya no caben los privilegios reales… ni, mucho menos, los presidenciables.

Pues con estos personajes, negociamos, al tiempo que los mandatarios de América latina, durante sus cumbres, solían colocar al centro al rey hispano como si con ello elevarán el nivel de éste pese a NO ser jefe de gobierno sino mero símbolo de un Estado a punto de romperse. Cataluña está en fase de independizarse y sus remanentes futboleros, incluyendo a los argentinos del balón fácil, serán los primeros en desfilar con el seño de la nueva nación que quiere separarse de España… para unirse a Europa. Una verdadera hecatombe de la lógica más elemental.

¡Y nos piden que olvidemos! Como cuando, hace algunos aniversarios, Rodolfo Echeverría Ruiz, sobrino del ex presidente acusado por genocidio y refugiado en su casona de San Jerónimo –por allí vive, rúa abajo, Porfirio Muñoz Ledo por cierto-, me dijo que había olvidar el 2 de octubre –de 1968- porque los chinos ya no pensaban en la matanza de Tian´anmen, en Beijing, entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989, unos meses después de que en México se consumara la usurpación salinista sobre los millones que clamaban por un viraje hacia una izquierda no desbordada cuya cabeza era el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Éste sí, estoy seguro, habría sido un buen presidente aunque no desoigo las voces que le sitúan como un mal gobernador de Michoacán –cuando era priísta-, si bien no explican, entonces, por qué, tantos michoacanos le blindaron antes y después del escandaloso fraude electoral de julio de 1988.

De olvidarnos, hasta calderón sería observado como un presidente legal y no ilegítimo, como l fue y será hasta la consumación de la historia, y salinas sería sugerido como para instalar su nombre en el Congreso, con letras doradas, por la obra carreteril cuyos concesionarios tiraron la toalla en pocos meses, al darse cuenta, sobre todo, de los defectos y riesgos de las puestas en marcha. Por aquí, aunque haya transcurrido un cuarto de siglo, debiera empezarse para zanjar responsabilidades sobre las catástrofes posteriores. ¿O vamos a negar que los ex mandatarios, todos, se beneficiaron de las mismas?

Algo debió aprender de ellos el nefasto George Bush junior cuando, en 2001, luego de unos comicios tan sucios como los pantanos de Florida, esperó sentado la llegada del terrorismo –de la que ye la habían avisado las agencias de “inteligencia”-, para consolidar su cuestionado mandato subido sobre los escombros del Worl Trade Center, en Nueva York.

 

Debate

 Y a todas éstas, mientras crecen las infecciones al paralelo con el número de víctimas y la suciedad dejada por el matrimonio infeliz del huracán con la tormenta tropical –Miguel e Ingrid-, es hora de preguntarse cuánto han aportado los dueños de los laboratorios de medicinas y, sobre todo, los farmacéuticos que elevan sus costos sin otra razón que sus ambiciones ilimitadas. La salud es el bien más caro en el tianguis nacional de la corrupción.

¿Cómo puede entenderse que los productos similares, del ex candidato presidencial Víctor González Torres –cuyos defectos ya he contado-, el llamado “doctor Simi”, sean mucho más barato, con idénticas fórmulas, y aún así tenga tanto capital como para financiarse a sí mismo durante un periplo absurdo por todo el país… y lo que viene? Pese a ello, hay farmacias, como las muy extendidas en escaso tiempo, con vínculos non santos –esto es para lavar dinero a mansalva, lo mismo que quienes construyen algunos campus universitarios y alegan ser adictos de la cultura sin haber leído jamás un libro-, y ganancias muy evidentes.

Y no hablemos de las ópticas que multiplican por mil sus beneficios sin que nadie les diga nada. Tengo los datos y cuando los estudie, hablaremos de ello.

 

La Anécdota

 Cuando alguien se pone el sello de altruista, me alarmo. Por ejemplo, la compañía Bimbo, luego de adquirir el registro en España y asegurarse del mercado europeo, optó por enviar sus productos caducos –esto es recogidos de las tiendas que no pudieron darles salidas-, a los infelices hambrientos de los estados –veinticuatro- dañados por las aguas. Sobre todo, a Guerrero en donde situó el señor Peña su cuartel general; debe reconocerse que, cuando menos, en este sentido, como benefactor de damnificados, el mandatario actuó oportunamente. Pero, la eficacia se prueba de otra manera: con obras que pongan a salvo las regiones con mayores riesgos. Se ha dicho siempre, pero jamás se ha procedido con conciencia ecológica mínima.

La Bimbo –de los señores Servitje, quienes anularon a las panificadoras locales en donde existían dejando sin trabajo a miles de obreros-, socorre a destiempo. Y lo mismo sucede con los millones –cien- donados por los multimillonarios Gates y Slim para reducir la miseria en el mundo y, un poco, los malsanos rencores sociales sobre sus fortunas gigantescas.

Así, cualquiera se vuelve altruista.

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