Crónicas negras

Por Víctor M. Navarro

 

La Delegación Álvaro Obregón es un territorio con minas de alta peligrosidad, en zonas como Jalalpa. Molino de Rosas, Santa Fe, Alfonso XIII, hay oquedades causadas desde hace más de medio siglo, cuando proyectistas del gobierno federal desmantelaron los mantos territoriales del lugar para rellenar zonas del centro de la ciudad.

Desde la primera administración de Leonel Luna Estrada en el periodo 2004-2007 se desató una campaña para resolver este problema que mantiene en vilo a varios cientos de familias que viven al borde del colapso y de las cañadas, el entonces delegado ofreció varios recorridos a los medios de comunicación para verificar la existencia de las minas, túneles, ramales y dar a conocer los trabajos que se realizarían para solventar dicha situación.

Como es habitual, tres años resultan insuficientes para que las administraciones delegacionales resuelvan aún las cuestiones más apremiantes, urgentes o de alto riesgo. Así que buen paquete tiene la delegada entrante María Antonieta Hidalgo Torres para resolver uno de los tantos pendientes heredados por el dos veces delegado Luna Estrada; porque sucede que promesas aparte, ni en su primera etapa, ni el gobiernillo del grisáceo Eduardo Santillán, mucho menos en este último trienio que catapultó a Leonel Luna nuevamente diputado a la Asamblea Legislativa y ahora como representante de la fracción perredista (al cinismo nos estamos acostumbrando) decimos, se logró cumplir ni con la mitad de los trabajos pomposamente anunciados.

Pero cómo reclamarle, el señor ya tiene fuero, es intocable, es privilegiado, Leonel Luna Estrada (Simpático personaje político: inició su formación como lidercete de porros en el poli -me lo dijo Paco, su lugar teniente ahora defenestrado-, luego beligerante funcionario y director del Premio Nacional de la Juventud en el INJUVE donde hizo la ronchita y fincó su plataforma –allí trabajé y lo corroboro-, así llegó a delegado, diputado, delegado, diputado, ahora en la Asamblea de Representantes, hasta que el presupuesto lo mantenga).

La otras minas, los otros hundimientos, tan peligrosas y terribles como esas que tragan hombres, son las minas creadas y recreadas por administraciones corruptas e ineficientes, por gobiernos locales afincados en una espeluznante y ancestral tradición: la corrupción a ultranza. Llegan los nuevos y flamantes delegados, todos sin excepción, tienen el reto mayor: limpiar la casa, barrer la inmundicia de su hábitat en serio.

Tantos años, tantas mañas. La corrupción accede a nivel institución: recorremos las calles, colonias y entornos de la Delegación Álvaro Obregón, a la memoria y documentos nos llega la primera época del gobierno de Leonel Luna; me tocó trabajar en la Coordinación de Comunicación Social y creo a ciencia cierta que este departamento y la Dirección de Cultura, por su naturaleza, son las áreas más transparentes de una delegación política, a contrapelo de la Dirección Jurídica y de Gobierno, las subdirecciones de licencias y permisos, Obras Públicas, Mercados, Vía Pública y Desarrollo Social que son un hervidero de ratas, corruptelas y extorsión, en otras palabras las cajas chicas y departamento de lavado delegacional (vaya que limpian y dan esplendor).

Cuando el cronista escribe es porque tiene los testimonios en la mano. Otra de Leonel: en ese su primer periodo ya en los días finales que estaba relegando la oficina para acampañarse diputado, el señor Ricardo X comerciante y titular de una tienda de abarrotes en la colonia Santo Domingo lo encontró una mañana y en corto le dijo que el personal de jurídica ya lo traía frito con la extorsión día tras día y como se reveló clausuraron su negocio, el ya ex delegado lo citó varias horas después en una gasolinera del rumbo, cerca de la residencial Boscoso donde vive o vivía, le solicitó 3mil pesos y le arreglaría el problema, y me dice el Richard: “Quién lo iba a creer, se me fue al baño con la lana, ya no lo volví a ver por la delegación, lo busqué un día en la asamblea y no me reconoció, pues ya de allí cerré mi tienda, estaba clausurada, yo chamaqueado y los verificadores como zopilotes encima de mí para arreglar el asuntito. Pero no es todo, en muchos de los negocios de la colonia y otras alrededor los “muchachos” pasan por su moche, es más el programa ese tan anunciado de no vender alcohol después de las diez de la noche es un fraude en la Álvaro Obregón, a las 10:15 pasan los inspectores, te piden una lana y todo igual, se hacen de la vista gorda, si no lo crees llega a cualquier vinata a las 11 o 12 de la noche y veras que te puedes comprar tu pomo sin problemas; es un estilo ya impuesto por la delegación, negocio redondo…” ah¡¡¡ que mi Richard exclamó el cronista, mejor invítame otra chela y hablemos del partido de mañana, total esta historia continuará y yo escribiendo sobre ello.