CONVENCIÓN NACIONAL DE PROTECCIÓN CIVIL

Este artículo ha sido motivado por la reciente Convención Nacional de Protección Civil, área que los gobiernos actuales recibieron de manera fortalecida y estructurada por el trabajo realizado durante años en la materia.

Chiapas fue una de las entidades que más avanzó en sus inicios en el diseño de la organización de la protección civil que fue concebida después de la tragedia de 1985. Antes de ese trágico suceso, los mexicanos solo conocíamos el Plan DN-III, el procedimiento que aplica el ejército para auxiliar a la población en casos de desastres.

La atención gubernamental ante las emergencias, se daba de manera reactiva ante los eventos catastróficos. En México ni en Chiapas había prevención ni organización que se encargará de organizarla. Así se atendieron, por ejemplo, las emergencias causadas en Chiapas por el huracán “Virginia” en 1980 y por la erupción del Volcán Chichonal en 1982.

Cuando ocurrió el terremoto del 19 de diciembre de 1985, desempeñaba el puesto de Director de Información y Evaluación en el gobierno del General Absalón Castellanos Domínguez. Mi lugar de trabajo se encontraba en el edificio Plaza, a espaldas de la catedral de San Marcos. Fue en la oficina cuando me empecé a enterar de la magnitud del desastre causado por el terremoto. Las escenas en la televisión eran sumamente impactantes.

Durante los días que le siguieron a la tragedia se observó una evidente incapacidad del gobierno para atender adecuadamente la demanda de ayuda de la población. En poco tiempo, por el descontrol gubernamental, la ciudadanía tomó la iniciativa y rebasó al gobierno en diversas áreas de la protección civil.

A las pocas semanas, el gobierno federal emitió las bases para la creación del Sistema Nacional de Protección Civil. El Gobernador de Chiapas asignó al Lic. Fidel Yamasaki Maza, Coordinador General de Informática, Geografía y Estadística, la atención de estas responsabilidades y, por lo tanto, también me tocó parte de este trabajo.

Al poco tiempo, a finales de 1985, el volcán “Tacaná” empezó a dar muestras de actividad, la cual fue creciendo durante los primeros meses de 1986. Ese evento fue un gran laboratorio para la preparación de los primeros planes de protección civil a nivel estatal y nacional. Primero, nos coordinamos con los especialistas del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México, dirigidos por el Dr. Servando de la Cruz.

Los geólogos definieron tres posibles etapas evolutivas de la actividad del volcán. La definieron con colores. “Verde” para una situación de bajo riesgo. “Amarilla” para condiciones de incremento de actividad volcánica. “Roja” para condiciones de eminente erupción.

El Plan Operativo “Tacaná” se preparó atendiendo las fases evolutivas del volcán. A mí me correspondió el diseño de la organización de la ayuda institucional. A grandes rasgos, esta fue la estrategia incorporada en dicho Plan: En la etapa “verde” las instituciones deberían hacer acopio de recursos financieros y materiales para atender la emergencia, así como también crear las infraestructuras necesarias para atender a la población desplazada. En la etapa “amarilla”, las instituciones deberían de disponer de los recursos necesarios para atender las responsabilidades asignadas y acercarlas a las áreas geográficas de atención. En la etapa “roja” se iniciaría la evacuación de la población y prácticamente todas las instituciones iniciaban las actividades asignadas.

El Plan Operativo “Tacaná” fue el primer plan de protección civil que existió a nivel nacional. Los funcionarios encargados de desarrollar el naciente sistema nacional de protección civil, se apropiaron de este esquema. Su éxito ha sido tal, que es el mismo procedimiento que se aplica para las emergencias volcánicas a nivel nacional, y es el mismo esquema aplicado actualmente en el volcán “Popocatépetl”. El Plan Operativo “Tacaná” aún se encuentra vigente dentro de la protección civil en Chiapas.

Posteriormente, me correspondió diseñar y aplicar la acción institucional del Plan Socio-organizativo “Semana Santa”. Para ello, contamos con el extraordinario apoyo y asesoramiento de la Secretaría de Marina. El primer año, aplicamos el Plan “Semana Santa” en Puerto Arista, con bastante éxito y con la colaboración de dependencias de los tres niveles de gobierno. Al siguiente año, se amplió el operativo en 16 municipios de la costa chiapaneca.

Tomando también el esquema del Plan Operativo “Tacana”, el Plan “Semana Santa” incorporó las fases “verde”, “amarilla” y “roja” para atender las condiciones que presentaba el océano en diversas horas del día. Banderas de dichos colores indicaban permisos y restricciones de acceso al mar. También, por primera vez, se instalaron torres de vigilancia, se organizaron grupos de salvavidas y barcos de la marina proporcionaban seguridad dentro del mar. Actualmente, este plan sigue aplicándose con esquemas de atención regional e institucional más amplios.

Al término del sexenio del gobierno del General Absalón Castellanos Domínguez, todos los funcionarios que participamos en la incipiente construcción de la protección civil en Chiapas, dejamos de participar en ella. En 1998, volví a tener contacto con la protección civil. En esta ocasión cuando colaborada en el Instituto de Vivienda del Estado de Chiapas. Casualmente, no sabemos si para bien o para mal, fue durante la atención del desastre en la costa chiapaneca donde nacen las reglas de operación del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN).

A través del tiempo y de la participación de muchas personas, la protección civil en México y Chiapas ha avanzado considerablemente, sin que ello signifique que no existan aún grandes fallas en esta materia. Las dolencias del sistema de protección civil se hicieron evidentes durante la atención de la emergencia ocasionada por “Ingrid” y “Manuel” en Guerrero, durante el 2013.

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