¿Conocimiento es poder?

Por Arom Leamsi.

Todos hemos escuchado esa frase, y en ella se presupone que cuánto más conocimiento se tenga sobre algo, más opciones y mejores soluciones se tienen para enfrentar una apremiante situación o, llegado el caso, entregar una opinión que refleja y explica las causas de la situación en curso sobre la que se opina.

Pero  ¿Es eso verdad? Después de leer y escuchar las «opiniones expertas» de los políticos de profesión y de los de convicción, confieso que tengo mis dudas al respecto. Por otra parte, en los hechos, contrario a lo que la mayoría cree, me queda claro que  Conocimiento no implica entendimiento.

Me explico. Casi todos sabemos que una aspirina quita los dolores de cabeza, pero ¿por qué quita el dolor de cabeza?, eso, muy pocos lo entienden. Si manifestara un dolor de cabeza por migraña, muchos, con aires de experto me recomendarán el remedio universal: tómate un par de aspirinas.

Pero yo que sé la causa de mi dolor, no haré caso de las recomendaciones de mis bien intencionados «médicos» y, seguramente, muchos de ellos me calificarán de tonto por no hacer caso a sus recomendaciones expertas. Todos saben que la aspirina quita dolores de cabeza, pero no entienden por qué; muchos no saben que no quita la migraña, es decir, conocimiento no implica entendimiento.

“Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien”. Groucho Marx.

Con la pandemia del Covid-19, nos llega información de la medicina, de la biología, de la epidemiología y de los caballeros «expertos» de los centros de fabricación de noticias de nuestro país. La OMS hace sus recomendaciones y, muchos de estos expertos, inmediatamente nos han señalado lo ineficaz de las recomendaciones cuando las aplica el gobierno federal, y si no las aplica, denuncian negligencia.

Opiniones van y opiniones vienen, tenemos el consenso de los críticos al gobierno que nos «informan», tan seguido como pueden, de todos los errores del actual gobierno federal, y por otro lado, tenemos el consenso de los científicos, que de paso sea dicho, los expertos de los medios informativos, también refutan porque «solapan al gobierno inepto».

Para los filósofos de la ciencia, el consenso de los expertos es el resultado de la verdad científica, y al parecer, en México, las cosas van en sentido contrario: la verdad es el resultado del consenso de los expertos, que opinan a través de los medios de difusión masiva. Esto quiere decir, que la verdad es el resultado del consenso de los periodistas expertos, y esta verdad la comunican a través de los medios de difusión que les pagan, no sin antes recordarnos que sus opiniones son la puritita verdad.

Como el control de los grandes medios de difusión está en manos de unos pocos «nobles», jefes de las familias más importantes, de nuestro país y del mundo, entonces, ellos forman parte de una «oligarquía» (unos pocos dueños). Para los dueños de estos medios el término «oligarquía» suena mal, pero así son las cosas, pues en verdad son pocos los dueños de las grandes cadenas de difusión masiva.

Como es natural y entendible, estos oligarcas, siempre estarán satisfechos de su situación de privilegio. Puede ser que tuvieran una pizca de razón cuando pensaban que la causa de que tuvieran tanto poder en sus manos, se debía a que ellos eran los hombres «más capaces, los mejores». Es por ello —por sus «virtudes únicas»,  que se consideraran a sí mismos una «aristocracia» («los mejores en el poder»).

“Acostumbramos a cometer nuestras peores debilidades y flaquezas a causa de la gente que más despreciamos” Charles Dickens.

Pero para la mayoría de los miembros de la «espesa masa municipal» que hemos sufrido por la corrupción, las malas mañas practicadas desde aquellas élites y, que hemos visto amenazada nuestra integridad personal, y el futuro de nuestros hijos, es decir, que no hemos disfrutado de la libertad y el progreso del que sí ha gozado la «aristocracia», hemos tenido que provocar cambios en la sociedad de la que participamos y en la que vivimos.

Por supuesto que provocar estos cambios tiene un costo, pues la «aristocracia oligarca», como era de esperar, ha reaccionado principalmente para mantener sus privilegios, aunque esto suponga ignorar las necesidades y los deseos del consenso total de los ciudadanos, cuyo consenso es mejorar la sociedad, nuestra sociedad. La utopía de este consenso ciudadano, fue creer que era posible construir una mejor sociedad en paz y en armonía; construir una sociedad de «verdaderos aristócratas», es decir, mejores ciudadanos.

Todos sabemos que el consenso del 2018 fue acabar con un régimen de corrupción e impunidad, pero al parecer, algunos círculos ideológicos de la «aristocracia» no entendieron por qué la mayoría se pronunció por ese cambio. Estos «aristócratas» han oído hablar de la inercia, pero ignoran que la enorme masa de corrupción de anteriores administraciones, requiere de cambios pequeños y graduales para detenerla suavemente, sin causar daños graves a la sociedad.

Si queremos detenerla de inmediato, eso se llama choque, y en este choque, debido a la enorme masa de corrupción e impunidad, habría consecuencias fatales, pero sobre todo para esos aristócratas que claman por sus privilegios, pues tienen muchos intereses invertidos en esa inercia de corrupción e impunidad. Como dije anteriormente, conocimiento no siempre es poder, para que lo sea, hay que ser un aristócrata del pensamiento.

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