CÓMO SEPULTAR EL DÍA DE LA MUJER

El 8 de marzo, fue declarado por la ONU, el día de la mujer. La fecha es emblemática porque un 8 de marzo pero de 1857, miles de mujeres que trabajaban en empresas textiles, salieron a las calles de Nueva York, a protestar por las míseras condiciones de trabajo, exigiendo un recorte del horario laboral y el fin del trabajo infantil.

La manifestación, fue una de las primeras luchas que emprendió el sector femenino para buscar condiciones de justicia y equidad laboral.

Pero si bien, el 8 de marzo, elegido como el día de la mujer, hunde sus raíces en ese histórico hecho, la razón para concitar a la sociedad para voltear la mirada hacia las mujeres, radica en la condición de inequidad, injusticia, explotación y marginación que a través de siglos, ha existido sobre ellas.

La vileza humana ha arrebatado a la mujer,  no sólo derechos elementales sino hasta el derecho a exigir igualdad o equidad.

Con una sutileza increíble se ha convencido a la mujer que ella es débil y que por necesidad debe procurarse el cuidado y apoyo de un varón.

Con una brillante elocuencia, digna de la retórica aristotélica, se ha convencido a la sociedad que la mujer es inferior, debido a su limitada fuerza física e inteligencia.

La mujer posee belleza, pero limitada capacidad de raciocinio, sostiene la clásica ideología que busca el control de las féminas. La mujer, solo es útil para procrear, pero no para crear ciencia o desarrollarse en el ámbito laboral, científico o artístico.

Después de siglos de machacar toda esa retahíla de aseveraciones, un amplio sector de las mujeres ha terminado por aceptarlas como ciertas.

Han tenido que pasar largos años, décadas, centurias, para que brillantes mujeres como Sor Juana Inés de la Cruz o Simone de Beauvoir, con los demoledores golpes de su implacable visión analítica hayan desmoronando parte de esa pesada ideología que las denigra.

En detrimento del sector femenino, el avance sigue siendo mínimo. Las experiencias que día a día viven las mujeres, dan cuenta de la hegemonía masculina: el acoso sufrido habitualmente, evidencía un alto grado de cosificación, pues a la mujer se le sigue considerando un objeto que puede usarse y desecharse cuando el hombre lo decida; Los anuncios publicitarios, siguen haciendo uso de la imagen femenina como un burdo artículo comercial.

Son tan graves y frecuentes los ataques a las mujeres, que el código penal nacional se ha visto obligado a acuñar un término para calificar de alta gravedad, el homicidio femenino.

En el ámbito laboral, se sigue sosteniendo una condición de inequidad salarial: a trabajos iguales, salarios menores para las mujeres.

La cadena de hechos descritos, dan cuenta de la terrible condición social que padecen las mujeres hoy día.

Ese estado de cosas, constituyeron la semilla para cultivar un día dedicado a la mujer. La intención de la conmemoración, busca fundamentalmente hacer visibles toda esa cascada de agravios que han constituido por siglos una terrible cadena que sujeta y denigra la condición de la mujer.

Para desgracia de la humanidad, el sistema que ha sostenido históricamente la idea de la inferioridad de la mujer ha tergiversado el sentido del 8 de marzo. Vilmente se ha introyectado la idea de que el día de la mujer se creó para celebrar al sector femenino.

Poco a poco, la sociedad ha ido estructurando un esquema que tiene como propósito enterrar, en lo más profundo de la conciencia social las razones por las cuales fue promulgado el día de la mujer.

Dar un regalo, felicitar a la mujer en este día, equivale a ponerle una coraza que hará más reacia y perdurable la condición de sujeción con la que vilmente se ha sometido por siglos a la mujer.