2014: Los negros y la discriminación racial en EEUU

La Habana (PL) La muerte a tiros de Michael Brown a manos de la policía en Ferguson, el 9 de agosto de 2014, fue la gota que desbordó la ira acumulada por uno de los conflictos más sensibles que enfrenta la sociedad estadounidense: el racismo.
Millones de manifestantes tomaron las calles en más de 170 ciudades de Estados Unidos, para lanzar al unísono un grito de reclamo por el respeto de sus derechos civiles más elementales y reafirmar que, parafraseando a Martin Luther King, todavía siguen teniendo un sueño.
La muerte del joven negro de 18 años Michael Brown, como consecuencia de la fuerza desmedida de la policía, no es un hecho aislado. En este 2014 la violencia policial cobró también la vida de Eric Garner, un afroamericano que vendía cigarrillos en Nueva York, y murió estrangulado por un agente del orden durante un arresto el 17 de julio.
A fines de noviembre en otro polémico incidente, policías en Cleveland mataron a tiros a un niño negro de 12 años, mientras jugaba con una pistola de juguete en un parque.
El asesinato del joven afroamericano Trayvon Martin, la noche del 26 de febrero de 2012, en Sanford, Florida, Estados Unidos, a manos del vigilante blanco George Zimmerman, todavía sigue dejando más dudas que certezas.
La historia más reciente de Estados Unidos está plagada de hechos que descubren la verdadera mirada racista que todavía sobrevive en la sociedad.
¿Quién no recuerda los hechos del suburbio angelino de Watts, en 1965, que dejaron 34 manifestantes muertos, más de mil heridos y 40 millones de dólares en pérdidas? Tampoco se olvidan los incidentes en Newark, Nueva Jersey, en julio de 1967, que dejaron 26 muertos, más de mil 500 heridos y la destrucción parcial de muchos negocios en ese distrito.
En julio de 1967, la ciudad de Detroit, en Michigan, fue escenario de disturbios raciales que terminaron con 43 muertos y más de dos mil heridos, y que repercutieron en Illinois, Carolina del Norte, Tennessee y Maryland. En ese año, el total de muertos durante protestas raciales llegó a 83, en 128 ciudades de Estados Unidos.
A consecuencia del asesinato de Martin Luther King en Memphis, en abril de 1968, la violencia estalló en 125 ciudades estadounidenses, dejando al menos 46 muertos y dos mil 600 heridos, después de que el presidente Lyndon B. Johnson envió la 82 División aerotransportada a reprimir las protestas.
La absolución de cuatro policías blancos en Tampa, Florida, desencadenó una ola de violencia en el suburbio Liberty City de Miami, dejando 18 muertos y más de 400 heridos.
En 1992 estallaron disturbios en Los Ángeles, en los que mueren 59 personas y unas dos mil 300 resultan heridas, después de la golpiza a Rodney King. Las manifestaciones fueron violentamente reprimidas en Atlanta, San Francisco, San José, Las Vegas y Nueva York.
Solo citar estos ejemplos, pone sobre el tapete lo que se avecina.
Casi 40 millones de negros estadounidenses siguen repitiendo la célebre frase de Martin Luther King, que aún no se cumple: «I have a dream» («Yo tengo un sueño»).

LEY DE DERECHOS CIVILES: UN TEMA PENDIENTE

Hace medio siglo, el 2 de julio de 1964, el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles, que prohibió la discriminación en las escuelas y lugares públicos por raza, color, religión, sexo y país de origen, además de establecer las bases para la igualdad de oportunidades en el empleo.
Con la promulgación de esta ley, en teoría se cumplían los postulados de Luther King, quien fue asesinado cuatro años después, el 4 de abril de 1968, a manos de un segregacionista blanco en el balcón del Lorraine Motel, en Memphis, Tennessee.
La discriminación racial sigue siendo una tarea pendiente en la sociedad estadounidense, resentida en sus raíces por mantener vivas las diferencias entre los hombres por el color de su piel.
Según el Centro para el Control de Enfermedades (CDC), los índices de mortalidad de los afroamericanos en enfrentamientos con la policía son cuatro veces superiores a los de los blancos.
Un joven negro tiene 21 veces más posibilidades de ser detenido por la policía, mientras que una cuarta parte de los afroamericanos entre 18 y 34 años se ha sentido maltratado por las fuerzas de seguridad.
Por su parte, la oficina de Estadísticas Judiciales identificó dos mil 931 asesinatos «vinculados a arrestos» entre 2003 y 2009, en casi todos los casos con víctimas hombres, la mitad de ellos entre 25 y 44 años, y el 32 por ciento negros, sin perder de vista que la población afroamericana constituye el 13 por ciento de la población en Estados Unidos.
Un afroamericano en el país está obligado a aprender a usar palabras y gestos que pueden evitar un malentendido fatal con la policía cuando esta ordenan un arresto.

LA POBREZA: UNA BARRERA PARA LA EQUIDAD SOCIAL

La pobreza sigue cobrando sus deudas en las familias más desfavorecidas, con menos oportunidades de empleo y desarrollo social, imponiéndose entre millones de seres humanos que cada día ven más lejos los sueños de crecer, educarse y acceder a los beneficios que les resultan prohibitivos.
Tres de cada cuatro personas en la cárcel condenados por delitos vinculados a las drogas son personas negras, mientras que la comunidad afroamericana, con razón, se pregunta por qué esa desproporción entre encarcelados, asesinados y mutilados.
El racismo es sistémico en Estados Unidos y se impone una revisión radical del sistema judicial y penal norteamericano, que busque luchar contra el delito, sin convertir el propósito en una cruzada contra las minorías étnicas.
Albert Einstein, el gran físico alemán que vivió muchos años en Estados Unidos, comentó en una carta recién publicada, que «el sentido de igualdad y dignidad humana es un privilegio solo para personas de piel blanca».
En su misiva, predecía el científico lo que aún vemos en calles o ciudades estadounidenses, a pesar de las leyes y las luchas permanentes por conseguir que todos los hombres sean tratados por igual.
«Sus antepasados sacaron a las personas negras de sus hogares por la fuerza; y en la búsqueda de riqueza y vida fácil fueron cruelmente reprimidas y explotadas por los blancos hasta degradarlas con la esclavitud (…)Es indigno el tradicional sesgo contra los negros», escribió Einstein, como si estuviera viendo hoy, con sus ojos, la cruda y denigrante realidad norteamericana.

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