1er. Informe. Pagando costos…

Por: Leopoldo Mendivil

*No hay otra educación como la adversidad

 

Nunca el liderazgo magisterial de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación será completamente complacido con alguna solución. Tal parece que eso es la parte fundamental de su acción, estar siempre en desacuerdo.

 

Ayer, en principio pareció que, amaneciendo, los dirigentes coordinadores parecían mmm, digamos, satisfechos a secas pero satisfechos al fin, con la parte de modificaciones a la Ley General del Servicio Profesional Docente que ellos propusieron y fueron admitidas en la Cámara de Diputados, pero a medida que el sol fue calentando al día, ellos fueron generando energía hasta que Rubén Núñez, el líder de la radical y aguerrida secta XXII (si entre ustedes alguien quiere seguirle llamando sección, está en su derecho…) estalló y acusó de traición a los diputados que aprobaron la iniciativa. Así las cosas, quién sabe hasta cuándo podría continuar el jolgorio.

 

Comoquiera que sea, las cosas parecieron mejorarse para Enrique Peña Nieto ya para la madrugada de ayer a horas de entregar el mensaje de su primer informe de gobierno, pero, en realidad, dar a conocer el contenido de ese documento ya que ni Los Pinos ni la Cámara de Diputados lo hicieron una vez entregado por el secretario Osorio Chong.

 

Y ya que se conoce el contenido de este primer informe, que no habría sido tan raquítico como hubo quien se encargó de diseminar con la más peligrosa arma de los presentes tiempos, que es el Twitter. Gente joven, pues, con escaso conocimiento de lo que significa poner en marcha el pesado, apestoso y ladino aparato de gobierno cuando

 

hay cambio de mando. Siempre, pero siempre bajan, aquí y hasta en Suiza, los índices fundamentales de desarrollo y es más evidente esta situación cuando el nuevo gobierno fue la oposición, a pesar de lo urgida que obviamente está en dar resultados lo antes posible. Por si el tuitero que inició esa campaña no se acuerda, que vaya a una hemeroteca y lea los reclamos que recibió Fox por los magros resultados de su primer año.

 

En esta ocasión esa tendencia a la baja se acentuó porque coincidió con un movimiento similar en la economía internacional, señaladamente la estadunidense, con el consecuente decremento de sus importaciones de productos mexicanos.

 

Lo anterior no significaría ausencia de errores cometidos en el manejo político, económico y financiero del país principalmente, pero existió, y muchos lo sabemos, otro un ingrediente adicional muy grave y comprometedor que circuló en forma de rumor hace algo más de un par de meses, en el sentido de que, sabedor ya de lo que estaba dejando como herencia, Felipe Calderón habría solicitado a Enrique Peña, y éste habría accedido, a no destapar el hoyo negro económico que encontraría.

 

Por qué Peña habría aceptado a poner su silencio bajo resguardo, no se sabe a ciencia cierta. Compromisos políticos, sin duda; incluso probablemente alentados por nuestra vecindad con el norte de nuestra frontera y las buenas relaciones entre Obama y Calderón.

 

De ahí, pues, que hayan salido casi casi a cuentagotas los problemas económicos -no así los políticos, los sociales y los policiales- que Peña Nieto debió cargar y han obstruido aún más de lo eminentemente obvio y natural en cualquier cambio de mando, el despegue de su administración. Compromisos son compromisos y en política los costos se pagan; la recuperación depende del buen crédito que pueda o no tener el interesado. Si Peña Nieto logró el arranque de gobierno que sorprendió a todos pero que también convenció a muchos, es fácil suponer que cuenta con una capacidad de recuperación adecuada y esperemos que así sea porque yo creo que tiene un compromiso adicional de carácter ético, que podría repercutir de manera dramática en

 

su historia, por la clase de historia que le hubiera provocado al país. Me refiero a esa ola de expectativas que provocó al iniciar su gobierno a tambor batiente.

 

Ocho meses habían transcurrido prácticamente sin contratiempos y con las velas hinchadas de viento a favor, hasta que apareció en el horizonte la secta XXII (o sección, como usted quiera…) con la decisión de tomar el camino que una vez inició el hombre-faro de ese grupo, López Obrador, de traer sus contingentes tabasqueños al Distrito Federal y el resto de la historia creo que todos la conocemos. Desde entonces el país ha vivido en ascuas y hasta parece que sus alumnos de la secta XXII estuvieran listos para jugar la misma carta.

 

No hubo quien detuviera a López. ¿No habrá quién pare a la secta XXII?

 

Pero entiéndase, la única arma efectiva contra esa clase de personajes no es la violencia, sino la inteligencia y el razonamiento claro y preciso para debatirle y demostrarle sus mentiras.

 

Peña no necesita más. Pero tampoco menos.

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